En 1986 se publicó el decreto presidencial donde se reformó la Ley Orgánica del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), con la adición del Artículo 28 BIS y que fue nuevamente modificado en 2015. De esta forma, el patrimonio paleontológico quedó bajo la jurisdicción absoluta de la Secretaría de Educación Pública (ahora Secretaría de Cultura) a través del propio INAH, en donde ?las disposiciones sobre monumentos y zonas arqueológicos serán aplicables a los vestigios o restos fósiles de seres orgánicos que habitaron el territorio nacional en épocas pretéritas y cuya investigación, conservación, restauración, recuperación o utilización revistan interés paleontológico, circunstancia que deberá consignarse en la respectiva declaratoria que expedirá el Presidente de la República?. En 1994 el INAH constituyó el Consejo Nacional de Paleontología, conformado por un grupo multidisciplinario e interinstitucional vinculados al patrimonio paleontológico que dejo de reunirse desde el año 2010. Desde el 2013 se han realizado gestiones para reactivar el Consejo de Paleontología, cuya finalidad ha sido concentrar los conocimientos y experiencias de destacados investigadores en paleontología tanto del INAH como de instituciones a nivel nacional que desarrollan investigación sobre el patrimonio paleontológico. En este sentido, el proyecto pretende coadyuvar en el adecuado funcionamiento del Consejo de Paleontología al integrar, organizar, conservar e investigar el acervo documental sobre el patrimonio paleontológico del INAH. Según Joaquín García Bárcena, el patrimonio paleontológico está formado por fósiles (restos de flora y fauna identificables individualmente) con conservación morfológica, y que en ocasiones, no fueron parte de algún ser vivo sino de su actividad, ya que la paleontología no sólo se ocupa de la clasificación biológica de los restos fósiles sino en su distribución espacial y temporal, así como las condiciones climáticas que los originaron. De ahí radica la importancia del estudio de sus contextos, su localización espacial y temporal, sus asociaciones y características del depósito en que se encuentran los individuos, los procesos de formación del depósito y sus condiciones ambientales, y potencialmente las condiciones bajo las que vivían los animales y las plantas cuyos fósiles se encuentran en el depósito. En este sentido, el adecuado estudio del patrimonio paleontológico requiere de la colaboración interdisciplinaria para su investigación, conservación, protección y difusión. Como indican las fuentes coloniales, en México se sabe de los restos fósiles desde la época prehispánica, pero su estudio científico comenzó hasta la segunda mitad del siglo XVIII y primera mitad del XIX. En el siglo XVIII se estableció el primer museo que custodiaba el patrimonio paleontológico y con la acumulación de sus colecciones, tiempo después se transformó en el Museo de Historia Natural. En México, el desarrollo de la paleontología se realizó a la par de la Geología, desde la fundación del Real Seminario de Minería en 1793, pasando por la aparición de la Comisión Geológica (1886), el Instituto Geológico Nacional (1888) y la Sociedad Geológica Mexicana (1904) a principios del siglo XX, hasta 1939, con la expropiación petrolera, se creó Petróleos Mexicanos y su Departamento de Geología. En lo que respecta al INAH, la investigación de restos paleontológicos comenzó oficialmente mediante la creación de su Departamento de Prehistoria, en 1952, aunque el Instituto comenzó a producir antes investigaciones vinculadas con el patrimonio paleontológico, debido a que, desde su creación, fue el encargado de investigar y proteger el patrimonio arqueológico, que aunque no es igual al paleontológico, se equipara con él al haberse encontrado, muchas de las veces, en contextos arqueológicos, principalmente vinculados a la actividad humana durante la Prehistoria. A pesar de estos antecedentes, la protección del patrimonio paleontológico con sustento jurídico comenzó el 13 de enero de 1986, cuando en el Diario Oficial de la Federación apareció el decreto por el que se adicionó el artículo 28 BIS a la Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueológicos, Artísticos e Históricos, con el cual el INAH adquirió un papel preponderante en su protección. Actualmente, conforme al Manual General de Organización, la Subdirección de Paleontología, adscrita a la Coordinación Nacional de Arqueología, tiene las funciones de: 1) colaborar con la Subdirección de Laboratorios y Apoyo Académico en la elaboración de normas, programas y prioridades asociados a la organización y catalogación de colecciones paleontológicas; 2) colaborar con la Dirección de Dirección de Registro Público de Monumentos y Zonas Arqueológicos en el registro de monumentos y localidades paleontológicos; 3) evaluar los proyectos de carácter paleontológico que se lleven a cabo en el país. Para lo cual, se ha requerido la reactivación y funcionamiento de un Consejo de Paleontología, que funcionará de manera semejante al Consejo de Arqueología, cuya principal tarea será evaluar y normar los proyectos paleontológicos y sus resultados.