Rumbo a los 90 años de existencia
El Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) debe su actual solidez al trabajo de tantas investigadoras e investigadores que nos dejaron como legado su tiempo dedicado al estudio de las disciplinas antropológicas e históricas. Este legado se conforma también por las huellas de centenares de culturas vivas, y otras ya desaparecidas. Cada uno de estos elementos ha dejado tras de sí el valor inconmensurable de sus saberes y epistemes en construcción permanente. Cada investigador, investigadora, ha perseguido un único objetivo: que la producción de conocimientos sobre el pasado y el presente pueda conducirnos al futuro con algunas certezas. Este repositorio tiene como finalidad poner a disposición del público en general información sobre las personas que han nutrido la labor investigativa del INAH.
El compromiso por el conocimiento
Desde su creación, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), ha representado mucho más que un aparato de administración y protección del patrimonio nacional. Creado por mandato del presidente Lázaro Cárdenas, el 3 de febrero de1939, este instituto constituye la cristalización del compromiso del Estado mexicano con la preservación de los bienes materiales e inmateriales del país, desde una perspectiva de cabal comprensión de la pluralidad de nuestras culturas, pasadas y presentes, nos constituye como mexicanos. Dirigido en primera instancia por el célebre Alfonso Caso, el INAH tiene un compromiso con la identidad y con la memoria, con el conocimiento y la producción de saberes científicos y humanísticos con función social.
El INAH tiene entre sus funciones la de garantizar la investigación, la protección y la difusión del patrimonio prehistórico, arqueológico, antropológico, histórico y paleontológico de nuestro país. En la actualidad, cuenta con una oferta cuantiosa de formación profesional, que ha nutrido a un gran número de investigadoras e investigadores, entregados a la misión de construir las narrativas de nuestra identidad. Mujeres y hombres que día con día levantan los escombros del pasado y los transforman para reconstruir el presente. Gracias a ellas y ellos, el INAH resguarda más de un centenar de museos, de carácter nacional, regionales y de sitio.
La investigación es un proceso productivo de saberes y, por lo tanto, requiere de un conjunto de prácticas y personas que cuenten con las herramientas teóricas y metodológicas para la indagación. El proceso de investigación surge en sí mismo de la curiosidad humana, del impulso por explicarnos quiénes somos y cómo es nuestra realidad. Los procesos de investigación profesionales requieren de un arduo compromiso por parte del INAH, desde el planteamiento de los problemas de investigación hasta su difusión y aplicación en la resolución de los desafíos sociales.
La excelencia académica ha acompañado al INAH desde su creación. Los saberes que aborda la investigación en el INAH se ocupan integralmente de los seres humanos en una dialéctica entre lo individual y lo colectivo. Las disciplinas antropológicas e históricas se imbrican las unas a las otras y buscan dar cuenta del presente y el pasado a través del concepto fundamental de “cultura” que funciona como piedra angular. Distintas líneas de investigación novedosa surgen en el seno del INAH, como las relacionadas con la museografía y la antropología forense.
Esta investigación abarca desde el origen de las tradiciones y cosmovisiones hasta el de las lenguas; desde el papel de las mujeres en el entramado social y la construcción de poderes comunitarios, hasta los problemas en la defensa del patrimonio, la marginación y la pobreza. Se ocupa en temas que van desde la salud genética y ambiental hasta las violencias; desde la cultura política hasta el rescate de las lenguas y la representatividad de la diversidad cultural indígena y afrodescendiente. Cada una de las investigaciones tiene la mirada puesta en el aquí y el ahora, pero buscando en el pasado el desarrollo de los procesos que dan cuenta del presente, que lo guían y, sobre todo, permiten problematizarlo.
Tal vez algún día descubramos que el mayor legado del INAH a las generaciones futuras no está en abrirnos a la monumentalidad de las ciudades antiguas y ni siquiera en el enorme acopio de objetos que constituyen las huellas materiales del vivir en el pasado. Quizás tampoco en el enorme esfuerzo de crear redes de museos, escuelas o centros de investigación. El principal y más entrañable legado es invisible, copioso, casi innumerable: el INAH ha rescatado la memoria. La memoria a través de la palabra en sus múltiples formas y fondos. La memoria hablada en decenas de lenguajes, cantada por siglos, dirigida a las divinidades infinitas lo mismo que al amor y al desamor, a la enjundia guerrera o a nutrir el mosaico de nuestras identidades.
Flujo general: los seres humanos
Los grandes procesos históricos que nos forjan como humanidad, han permanecido durante la mayor parte de nuestra existencia como especie ocultos debajo de las inclemencias del tiempo, impresos sobre piedras olvidadas y vueltas a recordar, apresados en hojas y pergaminos repletos de experiencias que se esfuman con quienes los crearon, sembrados en los mitos y en los ritos, en los recuerdos de las comunidades y las leyendas contadas por las ancestros. Gracias a que la memoria se resiste a morir, las mujeres y los hombres, sin época fija, flotan en un tiempo eterno y congelado y se nos revelan mediante una finitud de la que no podemos escapar.
Ese pasado que nos constituye, es preservado por la memoria, categoría obscura que desafortunadamente sólo es comprensible mediante su oposición con el olvido. La memoria es el tesoro de los pueblos y de las sociedades, resiste y persiste cifrada en símbolos y cosmovisiones, plasmada en la lengua y en la repetición de aquello que emula lo enigmático, pero que, al mismo tiempo, lo representa. La memoria es caprichosa y suele ser constantemente oprimida y manipulada, pero incluso oculta en los recovecos, es capaz de moldear y definir el presente. Describirla y descifrarla, ha sido el afán de los investigadores del INAH.
Quizá por ello los procesos de investigación que surgieron, como resultado de la constitución de las disciplinas modernas como la historia, la antropología social y física, la arqueología, la etnografía, la etnología o la lingüística, tienen el objetivo primordial de devolver a la memoria su autoridad para dibujar sociedades, a través, por supuesto, de procesos científicos, sistemáticos y metodológicos que permiten generar conocimiento y responder a las grandes preguntas de la humanidad que abarcan desde nuestros orígenes hasta los problemas contemporáneos que desarticulan y ponen en peligro la persistencia de las colectividades.