Entre los años 1997 y 1999, se donaron al Centro INAH Guerrero, materiales arqueológicos sustraídos clandestinamente por saqueadores, de cuevas secas localizadas en la parte norte del Estado de Guerrero. La porción correspondiente a los de naturaleza vegetal (textiles, maderas, cordelería, cestería y huaraches), fue enviada al Laboratorio de Arqueobotánica de la Subdirección de Laboratorios del INAH, para su análisis. De 2016 a 2019, bajo el número de folio 17081, se realizó el estudio de 144 piezas textiles elaboradas con fibras de maguey, ficus o amate y palma, estableciendo las técnicas de manufactura de los mismos. Para continuar con la atención de esos materiales, en el 2020 se llevó a cabo el análisis de 8 huaraches, investigación enfocada también en la determinación de la materia prima. El resultado del estudió indicó que los ocho cacles estaban elaborados con palma zoyate, perteneciente al género botánico Brahea, planta característica de la vegetación natural de la Cuenca del Balsas. La importancia académica de las piezas radica en la poca presencia de este tipo de objetos de origen orgánico en hallazgos arqueológicos; a la fecha, además de Guerrero, se tienen referencias de cinco descubrimientos de huaraches, tres en excavaciones controladas (La Candelaria, Coahuila, Tehuacán, Puebla y Ticumán, Morelos) y dos más como resultado de saqueo (Pañhú, Hidalgo y Mitla, Oaxaca). En 2020, también se tomó una muestra de fibra de uno de los huaraches para ser fechada por la técnica de espectrometría de masa con aceleradores, análisis que se realizará en el laboratorio LEMA del Instituto de Física de la UNAM.