La artesanía y la gastronomía se han posicionado globalmente como recursos mercantiles claves a explotar valiéndose de discursos que ensalzan etnicidades y saberes tradicionales, otorgando un papel primordial a éstas cuando del manejo y aprovechamiento del patrimonio biocultural se trata. Como antecedente, trabajé en el estado de Oaxaca con temas relacionados a plagios textiles y dinámicas culturales en pueblos oaxaqueños alrededor de la artesanía textil de la misma manera que di seguimiento a temas relacionados con mezcal y gastronomía para la publicación del libro "Alejandro Ruíz Cocina de Oaxaca". Por lo que he alcanzado a leer sobre el fenómeno culinario en Yucatán (Ayora 2007, 2014, 2016, 2017) intuyo que, a diferencia de lo sucedido en Oaxaca con la incorporación de "lo tradicional" a una categoría "comida oaxaqueña" para dar cuenta de continuidades indígenas en la cultura de la comida, lo sucedido en Yucatán es notablemente distinto pues entran en pugna la "comida yucateca" con todo lo que se quiere nombrar bajo el apellido "maya". Fenómeno por demás interesante en términos de identidades nacionales y conformación del estado yucateco en oposición a un nacionalismo mexicano que por supuesto deja ver resabios en sus maneras de comer.