Premio INAH
Mención honorífica compartida
2021

Director de trabajo: Enrique Plasencia de la Parra

Divergencia entre dos instituciones castrenses: Ejército y Marina mexicanos durante la rebelión de Félix Díaz en 1912

En octubre de 1912, durante la rebelión felicista en Veracruz, según la historiografía, se percibe un actuar diferenciado entre los miembros de la Armada y el Ejército mexicanos, respecto a la cohesión interna y a la lealtad al gobierno en turno. Los militares se mostraron titubeantes, desorganizados y débiles, y muchos se adhirieron a los sublevados. En contraste, los marinos se exhibieron como una institución fiel al gobierno y actuando dentro del marco legal. Mi tesis parte de que es necesario matizar esta interpretación, mostrando que su desarrollo también tuvo semejanzas, como la educación de sus altos mandos.

Para vincular el desarrollo de las fuerzas armadas con su actuar político, me basé en el debate entre Samuel Huntington y Bengt Abrahamsson. El primero plantea que la profesionalización de los ejércitos debe tender a su actitud apolítica; mientras que el segundo afirma que su profesionalización dota a éstos de mayor poder político. Mi investigación demuestra que esta relación depende del cuerpo castrense y de sus divisiones, pues hubo militares que se mantuvieron fieles al régimen gracias a su profesionalización; mientras que para otros, esto desembocó en su politización. Es decir, el Ejército carecía de la suficiente cohesión, por lo que sus respuestas estribaron más en factores personales. La razón de esto son las medidas porfiristas de reducción de tareas, presupuesto y elementos militares, una separación cada vez mayor entre Oficialidad y tropa, y una política basada en el patronazgo. En contraste, la Marina privilegió la actuación colectiva, y su bajo número, su desarrollo casi progresivo en la última década y su alianza con el gobierno maderista, provocó su actuación más uniforme y más profesional, sin politizarse pero no sin obstáculos. Es decir, la cohesión era cuestión de grado.

Sin embargo, si a nivel particular, es decir, en la rebelión de Félix Díaz, parece reproducirse la idea de la historiografía sobre tal actuar diferenciado (aunque matizado), a nivel macro, mediante un análisis cuantitativo novedoso del comportamiento criminal de marinos y militares durante 1912, se encontró una proporción parecida de enjuiciamiento entre ambos cuerpos, máxime en delitos como deserción e insubordinación. Es decir, durante ese año, marinos y militares fueron llevados a juicio criminal por igual. Esta conclusión ayuda a matizar más la interpretación dominante, aunque no la refuta, pues también se encontró que la “calidad” de los delitos cometidos por marinos fue menos grave y se dieron en momentos que no determinaron el devenir de los sucesos. Por ello, se sigue sosteniendo que los marinos eran más leales que los militares, lo que significa que la lealtad también era cuestión de grado.