Derivado de los trabajos de rescate arqueológico realizados entre el 2015 y 2016 en edificios catalogados por el INAH Monumentos históricos, los templos de San Antonio de Padua en el municipio de Tula y el de los Cinco Señores en el de Jiménez, proporcionaron una serie de entierros humanos y objetos asociados los cuales su estudio multidisciplinario permite documentar diferentes procesos sociales e históricos de las poblaciones antiguas de Tamaulipas y su relación con otros estados. En el caso del Templo de San Antonio de Padua en Tula, se trata de materiales que hacen referencia al periodo posterior al establecimiento de la misión franciscana en 1617 por Fray Juan Bautista de Mollinedo, quien estaba a cargo de un proyecto de evangelización que abarcaba desde la antigua custodia de Río Verde en San Luis Potosí, hasta Jaumave en Tamaulipas. Según Saldaña (1980), la misión de San Antonio de Tula quedó establecida muy cerca de un asentamiento de indígenas pisones, los cuales se integrarían a la avanzada de Mollinedo que traía entre sus filas indígenas pames. Esta misión fue de las pocas conversiones que a pesar de numerosas dificultades se sostuvo hasta mediados del siglo XVIII, periodo que forma parte del proyecto colonizador de la Costa del Seno Mexicano asignada por la Corona a José de Escandón y Helguera, Conde de la Sierra Gorda y primer gobernador de esta colonia (Osante & Cienfuegos, 2014). Esta localidad fue de importancia estratégica dentro del paso que comunicó las villas de la recién fundada Provincia del Nuevo Santander y el centro del Virreinato (Stresser-Péan, 2000). Por otra parte, el templo de los Cinco Señores se ubica en la cabecera municipal de Jiménez, localidad fundada el 17 de febrero de 1749 bajo el nombre de la Villa de los Cinco Señores de Santander. Al igual que la anterior, formó parte del proyecto de colonización de la Provincia del Nuevo Santander. Hacia 1757 se inicia la construcción del templo consagrado a los Cinco Señores, es decir, a la Sagrada Familia y los padres de la Virgen María, Santa Ana y San Joaquín. No obstante la fecha referida a su fundación, en el remate de la fachada se observa el año de 1819. Actualmente este predio está dividido y un tercio corresponde únicamente el templo, casa del curato y el atrio, el cual conserva su muro perimetral original (INAH, 1986), el resto corresponde a las instalaciones de una escuela primaria de construcción reciente. El edificio en cuestión tiene una planta de cruz latina con el acceso por el lado oeste, presenta dos capillas ubicadas al sur y norte del edificio y que forman crucero con la nave central y el altar mayor conservando parte de los retablos originales. Es importante resaltar que en la crujía norte se encuentra la lápida que indica que ahí yacen los restos del hijo de José de Escandón, es decir, de Manuel Ignacio de Escandón y Llera, segundo Conde de la Sierra Gorda y gobernador de Nuevo Santander quien falleció alrededor de 1800. Debido a que la villa quedó situada al centro del territorio recientemente colonizado, ésta fungió como la capital de la Provincia misma que fue abolida en el año de 1821. Es precisamente en los desplantes de las crujías sur y norte al interior y exterior de los muros que se recuperaron algunos restos óseos humanos y cerámica diversa.