Mención honorífica compartida
2022
Director de trabajo: Guillermo Damián Pereyra Tissera
Echando a perder se aprende. Disertación sobre el deterioro
No hay Restauración sin deterioro. Sin un objeto dañado o en peligro de serlo, la disciplina no tiene razón de ser. ¿Qué es el deterioro? Podemos decir que es ‘la alteración que resta valor al objeto’ y zanjar el asunto. Pero definir algo nunca es tan simple, dicha explicación sólo traslada la duda: ¿qué es el valor y por qué baja? Deterioro como ‘cambio negativo de valor’ no cumple las reglas de una buena definición, es circular, no es clara, es muy amplia y se expresa en términos negativos -deterioro es lo que no es valor- siendo estrictos, ni siquiera es una definición, pues el término no puede ser parte del contenido, ya que etimológicamente deterioro es, descender a otro. Es definir devaluación como descender a un estado indeseable y no responde ¿Por qué un estado es peor que otro?
El deterioro influye en todos los aspectos del patrimonio: registro, conservación, exhibición, manipulación, montaje, investigación y gestión. Definir deterioro es definir qué se prioriza y cómo se interviene. Pese a ser central para la Restauración, ésta ha pensado más en cómo erradicarlo que en conocerlo. La investigación suele analizar cómo se daña un material específico, cómo opera cierto deterioro o cuál es la dinámica de alteración de un contexto en particular. Estos enfoques son de vital importancia para la operación práctica y teórica de la disciplina, empero, en la mayoría de ellos el deterioro, si bien es un personaje principal, siempre se ve como algo tácito y no hay un mayor interés en definirlo.
La historia de la Restauración es la de las falsificaciones, saqueos, sismos y guerras. Su historia es la del deterioro. Restaurar es definir el deterioro, delimitar cuál alteración es normal y cuál inaceptable. Esta frontera, aunque se une a conceptos físicos, es realmente un juicio crítico, subjetivo y relativo, que es consecuencia inevitable de valorar un objeto, pues si hay condiciones que aumenten la apreciación, por necesidad otras la disminuyen. Con diferentes palabras, todos los grandes teóricos de la Restauración coinciden en que el deterioro es un tipo de alteración que devalúa la cosa, aunque bajo ciertas condiciones el daño se aprecia, pues atestigua el paso del tiempo. Sin embargo, no responden ¿Por qué se prefiere un estado sobre otro? o ¿Bajo qué condiciones se aprecia un daño? Ni cuestionan ¿Por qué el deterioro es universal? Cada cultura define sus detalles, pero todas tienen una idea de daño al igual que tienen una de auténtico, patrimonio y Restauración.
Para que exista el patrimonio se necesita de un objeto, un sujeto y una cultura. Para estudiar el deterioro abordaré la cosa desde su materia y mensaje; el espectador se verá en una escalada epistémica, primero, cómo abstrae la cosa semióticamente como signo, cómo estos signos se vuelven imágenes en la percepción, en pulsión por el inconsciente y en lenguaje por la conciencia; finalmente se tomará la parte social, cómo nos organizamos por nuestras relaciones con los objetos y cómo el patrimonio es de nuestras relaciones sociales más complejas, pues es algo auténtico, invaluable, sacro, intocable y aurático.
Una conceptualización que comprenda sus diversas facetas y defina más claro la línea entre alteración-deterioro incidiría en todos los aspectos de la profesión. Impactaría desde su metodología -sea que busque conservar, restaurar o gestionar- hasta los límites éticos y deontológicos ¿Por qué restauramos así y no de otro modo? Si el deterioro es tan subjetivo, ¿Por qué no aceptamos todos los cambios y nos dejamos de angustiar?¿Por qué, pese a que sabemos es una batalla perdida, tratamos de evitarlo o revertirlo?