Una de las grandes preocupaciones que tienen las comunidades y las asociaciones religiosas es el creciente robo y tráfico ilícito de los monumentos históricos muebles e inmuebles por destino que tienen a su resguardo. Este delito se ha visto incrementado en todo el país, siendo los más afectados estados como Puebla, Hidalgo,Tlaxcala y el Estado de México. Este ilícito tiene implicaciones que van más allá de lo económico. Se trata de un problema que afecta la vida de las comunidades de donde se sustraen estos bienes, ya que el robo de piezas que históricamente han formado parte de sus costumbres y tradiciones conlleva el despojo de su identidad y memoria. La recuperación de estos bienes culturales en la mayoría de los casos se complica debido a la carencia de fichas de identificación que cuenten con la información mínima que se solicita a nivel nacional e internacional para hacer la denuncia. Por lo que crear los cuadros profesionales capaces de identificar los bienes es fundamental para prevenir este delito. Solo sabiendo la cantidad y calidad que tiene este patrimonio cultural se podrá incidir en su protección.