La amalgama de color mitos y realidades acerca de la población de origen africano en la Nueva España [2019]
OBJETIVO GENERAL
El objetivo de la investigación es concluir a finales de 2019 la redacción final del texto y publicar un libro con el resultado de esta nueva pesquisa, así como la difusión de los resultados parciales de la investigación.
ANTECEDENTES
En la Nueva España -y a diferencia del Caribe, Brasil y los Estados Unidos-, la trata de esclavos declinó desde mediados del siglo XVIII. Aquí, la importación de esta mano de obra forzada se dio en el contexto de varios cambios demográficos que afectaron a la población indígena y la presencia de los núcleos humanos de origen africano se caracterizó por una más exitosa integración social que en los países en donde se desarrolló una economía de plantación. Lo que distingue a la Nueva España en el periodo colonial es la conformación de una economía muy diversificada y autosuficiente, en donde la esclavitud de los negros nunca fue un proyecto central y sólo se usó, aleatoriamente, para llenar los espacios en donde la población indígena, la principal fuerza de trabajo, no estaba presente o había disminuido drásticamente (las costas del Golfo y el Pacífico, la frontera de guerra y minas del norte y las ciudades principales de la Nueva España). El resultado fue que, si bien en el siglo XVII esta población era la segunda en importancia después de los indios, ya para finales del periodo colonial solamente representaba un diez por ciento de la población total, aun cuando la mayoría de la población mestiza tenía, en mayor o en menor medida, algún antepasado de origen africano, principalmente en los entornos urbanos. Esto marca la diferencia con los países que eran enclaves de plantación agrícola -de esclavitud rural- y que dependían exclusivamente de la mano de obra esclava de origen africano (como Brasil, Cuba y el sur de los Estados Unidos). Distingue también las regiones, como la Nueva España, en donde habrá esclavitud pero no esclavismo como sistema de producción. Asimismo, con la excepción de algunos núcleos descendientes de negros cimarrones o de colonos libres de origen africano -como algunas comunidades de Veracruz y la Costa Chica de Guerrero y Oaxaca-, en México los afrodescendientes casi nunca formaron grupos separados ni en el campo ni en la ciudad: la tendencia fue más bien hacia la integración étnica, racial y social en los amplios sectores marginados que la administración colonial llamaba "castas", y que en la escala social ocupaban un estrato intermedio entre los "indios" y los "españoles" y que además formaban parte de la "república" de estos últimos. Si intentamos un breve recuento de las importaciones de esclavos, veríamos que las concesiones dadas a los genoveses y a algunos particulares antes de 1580 lograron introducir a Nueva España una cantidad creciente de esclavos bozales, hasta casi 20 mil en entradas esporádicas, la mayor parte de ellos proveniente de Guinea y Cabo Verde, así como algunos "negros criollos" y "ladinos" (cristianos de habla española) de la península ibérica y las islas Canarias. Los asientos portugueses, en los cincuenta años de labor de su factor en Veracruz (1590-1640), introdujeron oficialmente alrededor de 70 mil "piezas de Indias" -como se les llamaba a los esclavos-, principalmente del Congo y Angola, sin contar las intensas entradas de contrabando. En la segunda mitad del XVII y hasta 1713 (una época de caos en las importaciones), los asentistas españoles, holandeses, franceses e italianos importaron alrededor de 10 mil individuos, primordialmente criollos del Caribe español, mientras que la Real Compañía de Inglaterra (South Sea Co.), el último gran asentista autorizado, vendió no más de 3 mil en poco más de cuatro décadas, en su mayoría del Caribe inglés (Jamaica principalmente) y algunos de Costa de Oro y Whydah (en el África Occidental). Las introducciones posteriores, a cargo de la Compañía Gaditana de Negros y de otras firmas de particulares, no tuvieron ya una gran importancia, debido a la contracción del mercado novohispano de esclavos, aunque persistieron las importaciones en pequeña escala. Y si bien la importación de esclavos nunca alcanzó los niveles del Brasil, los Estados Unidos o algunas islas del Caribe, como Cuba o Jamaica, no cabe duda que los negros y mulatos libres, integrados en mayor o menor medida, eran en el XVII la población más numerosa después de los indios, sobre todo en las ciudades: aunque, hay que insistirlo: la mayoría eran libres. Según Colin Palmer, el total de esclavos importados a Nueva España en el periodo de tres siglos llegó hasta los 110 mil 525 individuos. De manera general y contando las introducciones sin registro, muy probablemente esta cifra ascendió hasta los 200 mil individuos. Es decir, representó solamente poco menos del 2 por ciento del total de la trata en el continente americano. Después de 1650, cuando la población indígena y mestiza empezó un proceso de recuperación que alcanzó su máximo después de las reformas borbónicas, la trata disminuyó, se suprimió como introducción en grandes proporciones hacia mediados del XVIII y luego se continuó en importaciones menores y esporádicas hasta la independencia. Ya para 1740 y como lo muestran muchas evidencias, la posesión de esclavos negros era por lo general antieconómica y resultaba más onerosa que el pago de jornaleros o el control de peones acasillados surgidos de un creciente ejército de indios, mestizos y descendientes de africanos libres, grupos capaces de realizar cualquier tipo de trabajo por un jornal y en condiciones de relativa libertad. Sin embargo, es importante resaltar que la población de origen africano, al penetrar la casi totalidad de los espacios económicos y sociales, fue fundamental para la génesis de la cultura popular mexicana; particularmente en la gastronomía, las tradiciones orales, el folclor, la música, las danzas y las creencias religiosas populares. Así, la mayor parte de la información colonial que involucra estas actividades tiene que ver con la presencia de los negros y mulatos libres y esclavos. En la actualidad, y sólo hasta tiempos muy recientes, las poblaciones rurales afrodescendientes de la costa de Guerrero y Oaxaca, han adquirido cierta conciencia de su condición étnica: aunque en ello ha influido la presencia de los antropólogos y los investigadores sociales, que han alimentado la memoria histórica de estos grupos. Desde los años setentas del siglo pasado, se ha insistido también, sobre todo a partir de un programa cultural vehiculado por el Estado que se ha dado en llamar "la tercera raíz" (un concepto elaborado por Guillermo Bonfil hacia 1976), en una revaloración de la presencia histórica de los africanos y sus descendientes en la historia de México. Asimismo, después del trabajo pionero de Gonzalo Aguirre Beltrán (La población negra de México, 1946), el conocimiento acerca de la población afrodescendiente en el México colonial ha mejorado sustancialmente, aun cuando Aguirre Beltrán en ese excelente ensayo insistió más en el negro esclavo, dado que su trabajo y la mayoría de los ensayos actuales sobre México han estado fuertemente influidos por una bibliografía que insiste casi únicamente en las condiciones de la esclavitud de los africanos en América. Sin embargo, se requieren varios pasos para lograr una nueva síntesis histórica de gran calado, que se ocupe de la totalidad de los grupos afrodescendientes y no sólo de los esclavos; y que, además, analice las condiciones socialmente distintas de la integración de esta población en el caso de un virreinato tan complejo y variado como lo fue la Nueva España. Primeramente, habrá que resumir toda la información publicada desde entonces, que se desató sobre todo a partir de los años setentas y que ha ido en aumento en los últimos años. Esta nueva oleada de estudios acerca del tema se caracteriza, sin embargo, por estar limitada a análisis de caso particulares, a contextos regionales específicos o a giros temáticos aislados de las realidades históricas generales; derivando en muchos casos en interpretaciones sesgadas o forzadas por una serie de mitos y lugares comunes, o por la construcción de las nuevas identidades y los intereses políticos del presente. En segundo lugar hace falta una revisión actualizada de las fuentes originales de los archivos, principalmente de México (Archivo General de la Nación y algunos archivos regionales), de España (del Archivo General de Indias y el General de Simancas) así como de colecciones de documentos existentes en los Estados Unidos (como la Nettie Lee Benson en Austin, Texas), Francia (Biblioteca Nacional) e Inglaterra (British Museum y Public Record Office, sobre las actividades inglesas en la trata novohispana); fundamentalmente porque ninguna de las más recientes pesquisas ha ido mucho más allá de lo investigado en las fuentes por Aguirre Beltrán, ni de los temas originalmente planteados por él.
DESCRIPCIÓN
Se continua con la revisión actualizada de las fuentes originales de los archivos. Esta revisión ayudaría a plantearse rutas de investigación a partir de un análisis de la diáspora (en base a los nuevos cálculos hechos por historiadores norteamericanos, canadienses y africanos), y la forma como ésta se insertó en México. Índice del libro: Un replanteamiento histórico de la cuestión El problema del mestizaje: entre la historia, la identidad y la ideología El estatuto económico, jurídico y religioso de la esclavitud Esclavitud y esclavismo: posibles definiciones Los contornos precisos de la trata en los siglos coloniales (1524-1821) y sus fluctuaciones Licencias, particulares y contrabando Los contextos africanos El peso económico de negros y mulatos esclavos y libres en diferentes ramas de la actividad económica Una economía política de la esclavitud en Nueva España Los contextos rurales y urbanos Negros libres y esclavos en la conformación de la cultura El peso social: los espacios de inserción El cimarronaje y la resistencia Inserción y estrategias de negociación Las milicias de pardos y morenos Las identidades y las fronteras étnicas de negros y mulatos, libres y esclavos en el periodo colonial Contextos por periodos y por regiones Las huellas culturales africanas en la cultura popular del México colonial La llegada de esclavos negros norteamericanos en el siglo XIX Las identidades actuales y la importancia de la memoria Apéndice: Toponimias, apellidos y afronegrismos
NOTAS
- Descripción de actividades: Terminación de los trabajos de archivos. Revisión de la nueva bibliografía sobre el tema. Elaboración de fichas técnicas para una exposición en el Museo Nacional de Antropología sobre Afrodescendientes en México para el año 2020. Redacción de un libro y artículos.
- Vinculación del proyecto: En el ámbito internacional se tienen establecidos vínculos con investigadores e instituciones de Estados Unidos, Cuba, España, Sudáfrica y Gabón.
Folio SIP
8834
Fecha de inicio
2014-02-01
Fecha de término
2019-12-31
Categoría
Unidad Administrativa
Área normativa
TITULAR DEL PROYECTO
PARTICIPANTES
Colaborador (ctb): Antonio Armando García de León GriegoCOBERTURA
Ubicación geográfica