El presente proyecto está dirigido al estudio de la dimensión simbólica de los objetos, actos y discursos que aparecen en el compadrazgo, implementado durante las etapas del ciclo de vida, y que se expresan bajo la forma de sistemas de intercambio o circuitos de reciprocidad. Asimismo, el universo de estudio de esta investigación está centrado en la micro-región denominada sierra, ubicada en el municipio de Texcoco, en el Estado de México. Durante las últimas décadas en el estudio del parentesco se han replanteado sus fundamentos teóricos que algún tiempo constituyeron paradigmas de investigación. El llamado que hicieran David Schneider y Rodney Needham durante las década de los años sesenta y setenta, en torno a que el estudio del parentesco debía reformularse y cerrar el capítulo sobre temas tales como residencia, herencia, descendencia y alianza que habían sido el eje de su desarrollo teórico, promovió la elaboración de nuevos modelos de análisis y coadyuvó al acercamiento de nuevos fenómenos sociales. De tal modo que en lugar de hablar de los mecanismos de organización familiar es necesario poner en el centro del análisis de la sociedad contemporánea tanto las redes de parentesco como las construcciones culturales en torno a las nociones de persona y relación social. Si bien el parentesco, en tanto expresión de relaciones sociales se construye por un conjunto de elementos transmitidos no sólo por un origen biológico sino que en él intervienen la procreación, la construcción social o bien una combinación de los anteriores, su naturaleza se define a partir como un conjunto de participaciones intersubjetivas fundadas en la cooperación, cuyo rasgo fundamental es el compartir un elemento en diversos órdenes. En torno a ello se suscitan sistemas de intercambio basados en el dar, recibir y devolver. En esta circulación el don otorga sentido la relación, pues éste se halla vinculado a un plano colectivo o grupal para dar vida a una dinámica que expresa un orden moral y, al mismo tiempo, proporciona la capacidad de intercambiar objetos, servicios y hasta gente, conformando circuitos de circulación o sistemas de intercambio en diferentes planos. Un aspecto central en los sistemas de intercambio descansa en el don y el valor que subyace a él, gracias a que se halla ligado a formas específicas de concebir el universo y al orden social que lo asocia al proceso de reproducción de las relaciones sociales. De modo que en los sistemas de intercambio, los dones podrían aparecer como objetos de valor de cambio o bien como sustituto de los hombres. Desde esta perspectiva del parentesco, el ritual se presenta como un espacio adecuado para el estudio de los sistemas de intercambio. Así el ritual coadyuva a la concreción de lazos de parentesco y viene a ser un punto central de esta investigación en el sentido de que lo entendemos laxamente, pues no se restringe a lo religioso, como una creación cultural particularmente elaborada y organizada sobre elementos focalizadores al interior de sistemas rituales. En referencia al sistema ritual, planteamos que una forma de acceder a su estudio es necesario retomar la presencia de rituales calendáricos, los cuales se ordenan a partir de un eje sintagmático en el que cada rito de la serie estará necesariamente precedido y seguido de otro según un orden bien establecido que se repetirá cada recurrencia del ciclo. Dentro de los ritos calendáricos se encuentran los referidos al ciclo de vida y dentro de éste encontramos los rituales que organizan los patrones del parentesco mediante el compadrazgo.