La Compañía de Jesús en la Nueva España contó con una organización interna que posibilitara sostener los colegios con el apoyo de entidades productivas asociadas a una hacienda cabecera responsable de mantener un colegio. La operatividad de estas entidades productivas y su vinculación con los colegios dependía en gran medida de que contaran no sólo con ranchos, ingenios y más haciendas dependientes de cada cabecera, sino de la existencia de vías de comunicación entre todas estas entidades y los habitantes de los poblados que los jesuitas debían atender, e infraestructura para el abastecimiento de agua, entre otras cosas. Las haciendas jesuitas más importantes en México fueron las de Santa Lucía y Xalpa, ambos cascos considerados en la actualidad como monumentos nacionales. La de Santa Lucía -actual base aérea del ejército y, a futuro, Aeropuerto de la Ciudad de México- era la encargada de mantener el Colegio de San Pedro y San Pablo -en el centro de la Ciudad de México, colegio que estaba vinculado, además con los colegios de San Ildefonso y San Gregorio -hoy universidad obrera- también en el centro de la ciudad de México. A la de Xalpa en Huehuetoca, Edo. Mex., le correspondía la manutención del colegio y casa de probación de Tepotzotlán, actual Museo Nacional del Virreinato y monumento con declaratoria de Patrimonio de la Humanidad como parte del Camino Real de Tierra Adentro. Al parecer, hasta el momento este último complejo productivo formativo dependiente del colegio y casa de probación de Tepotzotlán es del único del que todavía existen varias de las estructuras arquitectónicas que lo materializaron desde la llegada de los jesuitas a la Nueva España en el último tercio del siglo XVI, hasta su expulsión en el año de 1767, lo que nos permite llevar a cabo el pretendido análisis.