Premio INAH
Premio compartido
2017

En busca de la ciudad re-construida. El papel de la arquitectura doméstica en la nueva definición material de Valladolid-Morelia (1810- 1876)

Tradicionalmente se ha aceptado que, durante la mayor parte del siglo XIX, la labor constructiva en los asentamientos humanos ubicados en el territorio mexicano experimentó un significativo descenso. Lo que se ha tipificado como el “letargo arquitectónico” nacional respondió –en buena medida- a las difíciles condiciones económicas, políticas, militares y sociales que se detonaron con el inicio de la Guerra de Independencia y que se prolongarían hasta 1876, cuando la llegada de Porfirio Díaz a la Presidencia del país garantizó el inicio de una fase de recuperación material.

En la presente investigación se demuestra que esas generalizaciones resultan erróneas. A través del análisis de un contexto específico –la ciudad de Valladolid- Morelia- se deja claro que, si bien, las instituciones enfrentaron dificultades para emprender un programa arquitectónico a gran escala, el desarrollo de obras no se abandonó. Más cuando el Ayuntamiento realizó acciones emergentes que permitieron el funcionamiento de la ciudad y, al mismo tiempo, posibilitaron la conservación de las grandes estructuras levantadas en el pasado, al tiempo de conferir una nueva significación al espacio urbano.

Sin embargo, el acercamiento al periodo histórico que transcurre entre 1810 y 1876 –la fase decimonónica de la crisis- muestra que los habitantes de la ciudad fueron los protagonistas de la gran empresa arquitectónica; además de presentarse el nombre de cada uno de los promotores del cambio material, se especifica el momento en que se realizó cada uno de ellos. Dispuestos a demostrar que la emancipación no sólo había sido un asunto político, sino también material, los vecinos generaron las condiciones para lograr que sus casas ingresaran a una intensa y sistemática etapa de cambios; el más evidente de todos: permitir que las fachadas de sus casas experimentaran un tránsito entre los elementos formales del Barroco hacia aquellos que eran distintivos del Neoclásico, como el recurso estético que se adaptó a la construcción de un nuevo país.

Pero esa paulatina adaptación plástica no sólo estaba animada por el deseo personal. La transformación de 400 construcciones de tipo doméstico buscaba resarcir los efectos de un progresivo deterioro experimentado por las fincas, por causa de numerosos agentes naturales y humanos. Además, resulta importante referir que, a pesar de los muchos problemas que caracterizaron al periodo, la población residente en la ciudad no dejó de incrementar, se generaron nuevas secciones residenciales y, sobre todo, se fortaleció el crecimiento de la mancha urbana.

Ante el abundante número de trabajos emprendidos –en su mayoría producto de proyectistas y operarios locales que, hasta ahora, habían permanecido en el anonimato- el cabildo civil retomó un instrumento legal de origen virreinal – el Bando de policía, reformado en seis ocasiones a lo largo del periodo estudiado- y que, adaptado a la circunstancia presentes, tenía por objetivo establecer regulaciones fundamentales sobre los elementos que debían incluirse en las intervenciones a los edificios, sobre todo en las fachadas de la arquitectura doméstica.

Palabras clave: arquitectura, casas habitación, construcción, Valladolid- Morelia, propietarios, Neoclásico.