En primer lugar, en el presente documento sostengo que la lucha de la Sección XXII (S-22) en cierta forma es la extensión de la lucha personal y familiar ante la pobreza estructural en la que crecieron y se formaron los maestros y maestras. La segunda tesis, es que la resistencia sindical de la Sección 22 no sólo se explica por su diferencia ni por el carácter opuesto al SNTE y al estado, sino porque funciona de manera similar. La estructura jerárquica de las autoridades sindicales, la burocracia, el rasgo partidista y patriarcal son componentes fundamentales de la resistencia, pero se mantienen como discursos ocultos. En cambio, la asamblea estatal, la consulta a las bases, el vínculo con las comunidades y autoridades, son rasgos que los diferencia, por ende, se presentan como discurso público, como máscara con la que la S-22 se presenta ante la sociedad y ante sus contrincantes (los partidos políticos, el gobierno federal y estatal, el SNTE, la clase empresarial). A partir de esta contradicción, como tercera tesis propongo que la lucha de la Sección 22 tiende a deslegitimar el poder de la violencia del estado, por ende, el estado tiende a responder con la criminalización de la protesta social, la campaña de desprestigio y la represión. Y una cuarta tesis, es que la S-22 ha ampliado su ancla de lucha, además de la clase, ahora lo hace desde lo comunal. En el contexto de la reforma educativa que impulsó el gobierno de Enrique Peña Nieto, desde lo comunal el magisterio elaboró un nuevo discurso educativo, pero en lo concreto esto tiene como obstáculo la misma tradición sindical y académica, y el imaginario educativo de las comunidades y los padres-madres de familia.