Premio
2024
Director de trabajo: Veronique Darras
Interacciones y movilidades entre el valle del Lerma y las zonas lacustres de Michoacán, México. El punto de vista de las producciones cerámicas
El valle del Lerma, escenario protagonista de nuestra investigación, se situaba como una zona prácticamente desconocida en el plano arqueológico hasta antes del inicio del Proyecto Tres Mezquites en 2012.
La localización de una importante red de sitios de los periodos Clásico (200-600 d.C.) y Epiclásico (600-900/950 d.C.), cuyo registro material parece estar vinculado con las zonas lacustres de Michoacán y el suroeste del Bajío, motivó al desarrollo de un eje de investigación encaminado a conocer la naturaleza de los vínculos entre estas regiones con el fin de contribuir a una mejor comprensión de los mecanismos de cambio sociopolítico en el centro-norte de Michoacán y el sur de Guanajuato durante los siglos III a X d.C. (Darras 2013, 2015; Darras et. al. 2016, 2017, 2018, 2019; Castañeda et. al. 2020). Es bajo este marco, tomando como prisma de estudio a las producciones cerámicas, que esta tesis fue concebida.
La región de estudio se localiza entre dos espacios cuya trayectoria histórica parece reflejar dinámicas disímiles, pero también en importante conexión a través del tiempo. Por un lado, al sur del valle en la cuenca de Zacapu y la vertiente meridional del Lerma, tanto el Clásico como el Epiclásico han sido considerados como periodos de estabilidad y crecimiento vinculados con dinámicas propias o endógenas a esta región (Michelet 1993; Faugère 1996, Arnauld y Faugère 1998; Pereira 1999). La cuenca de Zacapu está relacionada con la gestación de uno de los imperios más importantes a la llegada de los españoles: los Tarascos, cuyos antecedentes se remontan a la tradición Loma Alta y cuyos sitios están concentrados en la ciénega de Zacapu y representan las ocupaciones más tempranas de esta región. Mas tarde, durante el epiclásico, se reconoce que hay un aumento de sitios en la cuenca de Zacapu y la vertiente sur del Lerma es poblada. Se considera que el origen de los asentamientos de la vertiente del Lerma está vinculado con el crecimiento demográfico de las sociedades de la cuenca de Zacapu (Arnauld y Faugère 1998; Faugère 1996).
De su lado, el suroeste del Bajío cuya ocupación inicial parece datar del siglo VII d.C, ha sido descrito como una zona de confluencias culturales en la cual se emplazan sitios que han sido considerados como anómalos (entre los cuales se encuentra el cerro Barajas que compete a esta investigación) debido a que difieren de la tradición contemporánea predominante: la tradición del bajío o de los patios hundidos. La génesis de estos asentamientos ha sido explicada a partir de la existencia de interacciones con el norte mesoamericano, pero también a partir de la posible llegada de pobladores ajenos a la región (Rodríguez 2014; Migeon 2017: 168; Cárdenas 2017a, 2017b; Castañeda 2017; Pérez 2017; Fernández 2020; Pereira et. al. 2001).
La localización de una importante red de sitios de los periodos Clásico (200-600 d.C.) y Epiclásico (600-900/950 d.C.), cuyo registro material parece estar vinculado con las zonas lacustres de Michoacán y el suroeste del Bajío, motivó al desarrollo de un eje de investigación encaminado a conocer la naturaleza de los vínculos entre estas regiones con el fin de contribuir a una mejor comprensión de los mecanismos de cambio sociopolítico en el centro-norte de Michoacán y el sur de Guanajuato durante los siglos III a X d.C. (Darras 2013, 2015; Darras et. al. 2016, 2017, 2018, 2019; Castañeda et. al. 2020). Es bajo este marco, tomando como prisma de estudio a las producciones cerámicas, que esta tesis fue concebida.
La región de estudio se localiza entre dos espacios cuya trayectoria histórica parece reflejar dinámicas disímiles, pero también en importante conexión a través del tiempo. Por un lado, al sur del valle en la cuenca de Zacapu y la vertiente meridional del Lerma, tanto el Clásico como el Epiclásico han sido considerados como periodos de estabilidad y crecimiento vinculados con dinámicas propias o endógenas a esta región (Michelet 1993; Faugère 1996, Arnauld y Faugère 1998; Pereira 1999). La cuenca de Zacapu está relacionada con la gestación de uno de los imperios más importantes a la llegada de los españoles: los Tarascos, cuyos antecedentes se remontan a la tradición Loma Alta y cuyos sitios están concentrados en la ciénega de Zacapu y representan las ocupaciones más tempranas de esta región. Mas tarde, durante el epiclásico, se reconoce que hay un aumento de sitios en la cuenca de Zacapu y la vertiente sur del Lerma es poblada. Se considera que el origen de los asentamientos de la vertiente del Lerma está vinculado con el crecimiento demográfico de las sociedades de la cuenca de Zacapu (Arnauld y Faugère 1998; Faugère 1996).
De su lado, el suroeste del Bajío cuya ocupación inicial parece datar del siglo VII d.C, ha sido descrito como una zona de confluencias culturales en la cual se emplazan sitios que han sido considerados como anómalos (entre los cuales se encuentra el cerro Barajas que compete a esta investigación) debido a que difieren de la tradición contemporánea predominante: la tradición del bajío o de los patios hundidos. La génesis de estos asentamientos ha sido explicada a partir de la existencia de interacciones con el norte mesoamericano, pero también a partir de la posible llegada de pobladores ajenos a la región (Rodríguez 2014; Migeon 2017: 168; Cárdenas 2017a, 2017b; Castañeda 2017; Pérez 2017; Fernández 2020; Pereira et. al. 2001).