Mención honorífica
2019
Director de trabajo: David Lorente Fernández
Mundos tecnológicos y nichos en desarrollo en Mesoamérica y Los Andes: una propuesta sobre antropología de la tecnología hidráulica en los Altos de Morelos, México y Cayambe, Ecuador
Este proyecto intenta dar cuenta de la producción de mundos, a partir del carácter ubicuo de la tecnología hidráulica en Mesoamérica y los Andes. En particular, me interesa apuntalar una revalorización de la acción técnica, a través de las percepciones y las prácticas en torno al agua a nivel regional en México y Ecuador. La estrategia de investigación comparativa toma como punto de partida el empleo de una analogía geográfica de carácter heurístico, respecto a una topografía similar en diferentes latitudes del continente. Esto supone dos retos importantes para la presente tesis: la caracterización de una unidad de comparación y la posibilidad de lograr comparaciones explícitas más allá de lo meramente material y sin pretensiones reduccionistas.
El proyecto comparativo entre México y Ecuador toma como referencia las categorías de “área cultural” proporcionadas por los historiadores para comprender el pasado de dos regiones culturales importantes: Mesoamérica y los Andes, sin pretender por ello utilizarlas como recurso explicativo, ni adecuar la etnografía actual a un vestigio de estas nociones históricas. No obstante, la importancia de remitirse a la noción de “área cultural” radica, en principio, a la pretensión de abordar un enfoque diacrónico (i.e histórico-evolutivo), no sólo en el sentido de considerar los hechos del pasado, sino también de tomarnos en serio el tiempo futuro desde un enfoque interactivo sobre las tecnologías, el cual toma como eje vertebral las relaciones entre las personas- organismo y su entorno.
Por ello, la noción de “área cultural” recobra sentido a la luz del marco evolutivo contemporáneo (i.e Teoría de Construcción de Nicho), el cual se aleja tanto respecto a la noción decimonónica de evolución unilineal (i.e. racista y progresista), así como de la evolución multilineal (i.e. adaptacionista y reduccionista) de mitad de siglo XX. La Teoría de Construcción de Nicho como modelo evolucionista del mundo ilumina los aspectos interactivos e intergeneracionales que interesan a la antropología, y los articula en una temporalidad pasado-presente-futuro. Cabe mencionar que esta impronta pone en tela de juicio las nociones kantianas y darwinistas de tiempo (i.e. evolución) y espacio (i.e. ambiente).
En el fondo, se apela a la posibilidad de un ejercicio comparativo sobre dos realidades históricas y contemporáneas (i.e. evolutivas) que, más allá de si se entienden bajo la etiqueta de Mesoamérica o los Andes, lo que es innegable es que se trata de dos crisoles que lograron aglutinar una diversidad cultural con patrones lingüísticos, comportamentales y tecnológicos más o menos identificables en el tiempo y vinculados a una geografía específica (Boehm de Lameiras 1987, González Jácome 2000). Hecha esta aclaración sobre el empleo de las categorías de Mesoamérica y los Andes, cabe decir que las comparaciones previas entre estas dos áreas solían estar vinculadas a criterios exclusivamente arqueológicos (i.e. homotaxialidad cronológica), privilegiando áreas de excepcionalidad arquitectónica o bien, áreas de mayor concentración demográfica (Manzanilla 1996).
No obstante, la riqueza cultural de estas dos regiones no se agota en la comparación arqueológica, pues no se trata aquí de una comparación meramente objetual o tipológica, sino de aproximarnos a las diferentes maneras en las que poblaciones actuales, herederas de matrices culturales prehispánicas, han devenido respecto de procesos políticos similares (i.e. la colonia, las haciendas, la revolución, la reforma agraria,) tomando como eje articulador los dispositivos tecnológicos empleados en el manejo del agua. En Mesoamérica, el área montañosa de los Altos de Morelos, México, y en los Andes septentrionales, el área de Cayambe, Ecuador, constituyen las regiones de comparación de la presente investigación, donde ambas comprenden un entorno altitudinal similar (i.e. montañoso), habitado por comunidades indígenas, náhuatl y kiwcha respectivamente. Si bien ambas regiones formaron parte de la periferia de los antiguos imperios precolombinos, la Excan Tlatoloyan y el Tahuantinsuyu respectivamente, las dos zonas poseen un patrón de asentamiento mucho más antiguo que el horizonte histórico propio de las épocas de expansión mexica e inca.
En ese sentido, tanto en los Altos de Morelos como en Cayambe, existen diversos tipos de registros de tecnologías hidráulicas y agrícolas muy antiguas, y actualmente tiene presencia una diversidad de tecnologías hidráulicas destinadas, en su mayoría, al almacenamiento y conducción de las escorrentías provenientes de las zonas montañosas y el deshielo de los volcanes. El foco en las tecnologías del agua posibilita ir más allá de un estudio de comunidad, abarcando un espectro relacional que no pondere únicamente las relaciones políticas con otras esferas mayores, sino también las relaciones ecológicas en un sentido cosmopolítico (Stengers 2005). A partir de este entramado relacional problematizaremos una noción objetivista de entorno, concebido en la ecología tradicional como medio ambiente y en oposición a la dimensión subjetiva de lo sobrenatural.
De entre los objetivos generales de la investigación se busca dar una respuesta a los siguientes cuestionamientos:
• ¿cómo elaborar una antropología de la tecnología más allá del enfoque sincrónico de las elecciones técnicas?
• ¿cómo se da la producción de mundos a partir de percepción del fenómeno técnico en relación al agua en Mesoamérica y los Andes?
De entre los cuestionamientos específicos propios de una antropología de la tecnología se encuentran:
• ¿en qué medida los mundos tecnológicos involucran a los conocimientos locales?
• ¿de qué manera son asimiladas las innovaciones tecnológicas en el seno de la cultura indígena de ambas regiones?
A partir de la propuesta de mundos tecnológicos, articulada a una metodología etnográfica en los Altos de Morelos, México, y en Cayambe, Ecuador, se ofrecerá al lector comparaciones narrativas que no subordinen a priori la cultura material actual a un diseño mental previo o a una cosmovisión, sino que expliquen los procesos de desarrollo técnico, esto es, la ontogenia artefactual hidráulica que da origen a formas emergentes de vida y conocimiento.
El proyecto comparativo entre México y Ecuador toma como referencia las categorías de “área cultural” proporcionadas por los historiadores para comprender el pasado de dos regiones culturales importantes: Mesoamérica y los Andes, sin pretender por ello utilizarlas como recurso explicativo, ni adecuar la etnografía actual a un vestigio de estas nociones históricas. No obstante, la importancia de remitirse a la noción de “área cultural” radica, en principio, a la pretensión de abordar un enfoque diacrónico (i.e histórico-evolutivo), no sólo en el sentido de considerar los hechos del pasado, sino también de tomarnos en serio el tiempo futuro desde un enfoque interactivo sobre las tecnologías, el cual toma como eje vertebral las relaciones entre las personas- organismo y su entorno.
Por ello, la noción de “área cultural” recobra sentido a la luz del marco evolutivo contemporáneo (i.e Teoría de Construcción de Nicho), el cual se aleja tanto respecto a la noción decimonónica de evolución unilineal (i.e. racista y progresista), así como de la evolución multilineal (i.e. adaptacionista y reduccionista) de mitad de siglo XX. La Teoría de Construcción de Nicho como modelo evolucionista del mundo ilumina los aspectos interactivos e intergeneracionales que interesan a la antropología, y los articula en una temporalidad pasado-presente-futuro. Cabe mencionar que esta impronta pone en tela de juicio las nociones kantianas y darwinistas de tiempo (i.e. evolución) y espacio (i.e. ambiente).
En el fondo, se apela a la posibilidad de un ejercicio comparativo sobre dos realidades históricas y contemporáneas (i.e. evolutivas) que, más allá de si se entienden bajo la etiqueta de Mesoamérica o los Andes, lo que es innegable es que se trata de dos crisoles que lograron aglutinar una diversidad cultural con patrones lingüísticos, comportamentales y tecnológicos más o menos identificables en el tiempo y vinculados a una geografía específica (Boehm de Lameiras 1987, González Jácome 2000). Hecha esta aclaración sobre el empleo de las categorías de Mesoamérica y los Andes, cabe decir que las comparaciones previas entre estas dos áreas solían estar vinculadas a criterios exclusivamente arqueológicos (i.e. homotaxialidad cronológica), privilegiando áreas de excepcionalidad arquitectónica o bien, áreas de mayor concentración demográfica (Manzanilla 1996).
No obstante, la riqueza cultural de estas dos regiones no se agota en la comparación arqueológica, pues no se trata aquí de una comparación meramente objetual o tipológica, sino de aproximarnos a las diferentes maneras en las que poblaciones actuales, herederas de matrices culturales prehispánicas, han devenido respecto de procesos políticos similares (i.e. la colonia, las haciendas, la revolución, la reforma agraria,) tomando como eje articulador los dispositivos tecnológicos empleados en el manejo del agua. En Mesoamérica, el área montañosa de los Altos de Morelos, México, y en los Andes septentrionales, el área de Cayambe, Ecuador, constituyen las regiones de comparación de la presente investigación, donde ambas comprenden un entorno altitudinal similar (i.e. montañoso), habitado por comunidades indígenas, náhuatl y kiwcha respectivamente. Si bien ambas regiones formaron parte de la periferia de los antiguos imperios precolombinos, la Excan Tlatoloyan y el Tahuantinsuyu respectivamente, las dos zonas poseen un patrón de asentamiento mucho más antiguo que el horizonte histórico propio de las épocas de expansión mexica e inca.
En ese sentido, tanto en los Altos de Morelos como en Cayambe, existen diversos tipos de registros de tecnologías hidráulicas y agrícolas muy antiguas, y actualmente tiene presencia una diversidad de tecnologías hidráulicas destinadas, en su mayoría, al almacenamiento y conducción de las escorrentías provenientes de las zonas montañosas y el deshielo de los volcanes. El foco en las tecnologías del agua posibilita ir más allá de un estudio de comunidad, abarcando un espectro relacional que no pondere únicamente las relaciones políticas con otras esferas mayores, sino también las relaciones ecológicas en un sentido cosmopolítico (Stengers 2005). A partir de este entramado relacional problematizaremos una noción objetivista de entorno, concebido en la ecología tradicional como medio ambiente y en oposición a la dimensión subjetiva de lo sobrenatural.
De entre los objetivos generales de la investigación se busca dar una respuesta a los siguientes cuestionamientos:
• ¿cómo elaborar una antropología de la tecnología más allá del enfoque sincrónico de las elecciones técnicas?
• ¿cómo se da la producción de mundos a partir de percepción del fenómeno técnico en relación al agua en Mesoamérica y los Andes?
De entre los cuestionamientos específicos propios de una antropología de la tecnología se encuentran:
• ¿en qué medida los mundos tecnológicos involucran a los conocimientos locales?
• ¿de qué manera son asimiladas las innovaciones tecnológicas en el seno de la cultura indígena de ambas regiones?
A partir de la propuesta de mundos tecnológicos, articulada a una metodología etnográfica en los Altos de Morelos, México, y en Cayambe, Ecuador, se ofrecerá al lector comparaciones narrativas que no subordinen a priori la cultura material actual a un diseño mental previo o a una cosmovisión, sino que expliquen los procesos de desarrollo técnico, esto es, la ontogenia artefactual hidráulica que da origen a formas emergentes de vida y conocimiento.