En el estado de Jalisco se localiza un entorno que combina volcanes, sierra y cuencas lacustres conocido como la región Valles. Allí yace la huella de lo que fue la Laguna de Magdalena en cuyo interior se eleva Atitlán, isla que resguarda la evidencia de por lo menos 1000 años de actividades culturales en torno al agua y al aprovechamiento de recursos como los minerales.

La investigación parte de un concepto clave; el modo de vida lacustre. Entre los métodos arqueológicos aplicados se priorizó; el recorrido sistemático de superficie, el análisis espacial bajo el sistema de información geográfica y análisis de materiales. Los objetivos fueron identificar aquellas prácticas cotidianas que reflejan la relación intrínseca del ser humano con la cuenca lacustre y sus zonas aledañas. Los resultados preliminares nos muestran una región que se configuró socialmente como una zona política, ritual pero sobre todo económica, vista a partir de los mecanismos productivos y de intercambio de bienes, en donde el papel de las prácticas de aprovechamiento y transformación de los recursos del entorno resultaron fundamentales. El aprovechamiento de recursos minerales para elaboración de utensilios de uso cotidiano y beneficio de otros recursos, tales como los lacustres, saltan a nuestro interés cuando explicamos la naturaleza de una acumulación de objetos de obsidiana cuya extensión y deposición refleja el desarrollo constante de las actividades productivas que ahí tuvieron lugar. La conjugación de éste con el resto de los espacios de actividades presentes en la superficie de la isla, resultan un primer acercamiento al modo de vida lacustre en la región.