El Instituto Nacional de Antropología e Historia, de acuerdo con la Ley Orgánica que lo rige, es el responsable de rescatar, preservar, estudiar y divulgar el patrimonio biocultural e histórico de la nación. Bajo este principio, la Escuela Nacional de Antropología e Historia y el Laboratorio de Anatomía forman parte de su organigrama, teniendo la facultad de proteger, conservar y estudiar el patrimonio material (corporal) de los seres vivos, lo que involucra reflexionar en la concepción de todos los cuerpos, su anatomía, fisiología y osteología. De ahí, que el Laboratorio de Anatomía, se ha constituido como un espacio de enseñanza, con el objetivo de incrementar el conocimiento aplicado. El material didáctico incluye restos óseos humanos y una colección ósea zoológica; producto de exploraciones arqueológicas en distintos sitios de México y de donaciones directas. La Antropología Física mexicana ha contribuido al conocimiento de los cuerpos de los seres vivos a partir de las huellas intangibles de su presencia, que dan continuidad a la descripción sobre cómo es un cuerpo, pero ha tenido una deficiencia; no da cuenta de qué es un cuerpo (Ruiz, et al., 2023). En consecuencia, no ha incorporado los principios antropológicos de escucha y el conocimiento local de las poblaciones actuales que conocen su propio cuerpo y la de los demás seres vivos con los que se rodea. Por esta razón, se busca reconstruir el concepto de cuerpo-persona universalizando la anatomía desde el conocimiento local de los pueblos indígenas de México en su acepción sociocultural, de la salud-enfermedad y animística que involucra su cosmogonía y cosmovisión, por lo tanto, la línea de investigación a la que está ligado el proyecto es la de Antropología del Cuerpo. Es así que, la existencia del cuerpo es una fuente primaria de información y su totalidad se asocia a los estudios de las sociedades presentes, pues el componente osteológico y tangible, aporta directamente el desarrollo cultural, evolutivo y las transformaciones biológicas que ocurrieron al interior de un grupo social o una especie (Márquez y Ortega, 2011). Por ello, su valor es intangible, ya que, a partir de cuestionamientos específicos se pueden reconocer patrones de comportamiento con repercusión biológica provocada por los modos de subsistencia y los estilos de vida a lo largo del tiempo. Intentamos incorporar una noción de ser humano y de los vínculos que se establecen con otros seres que forman parte de la historia cultural de los procesos adaptativos.