Hasta hace algunos años, las sociedades que en la época antigua que habitaron el mundo occidental de Mesoamérica, del que formaba parte el actual territorio del Estado de Colima, eran poco conocidas, ya que su información, por lo general, se limitaba a sus extraordinarias esculturas en barro y su ubicación en tumbas de tiro. Resultado de la ignorancia, se consideraba en muchas ocasiones a los grupos indígenas de la región de Colima, marginales a los importantes centros culturales de Mesoamérica. Se desconocía su invaluable espíritu y sentido artístico, su estructura social compleja, conocimientos tanto de carácter matemático-astronómico como cronológico y mitológico, entre otros. Sin embargo, con los estudios efectuados por el INAH a partir de los años 90 dicha situación se trasformó, ya que las investigaciones efectuadas en dicha región han permitido definirla como claramente de filiación mesoamericana y por consiguiente habitada por sociedades de alta cultura. El origen del Proyecto de Arqueológico La Campana, Colima, fue resultado de una denuncia relacionada con la destrucción del Patrimonio Arqueológico en Colima, cuya afectación fue resultado del inicio de la introducción de infraestructura destinada a un fraccionamiento de lujo que incluía un campo de golf y tiendas exclusivas. Dichas labores propiciaron la destrucción de monumentos prehispánicos de suma importancia, mismos que formaron parte de un asentamiento urbano que se desarrolló durante varias centurias en la región. Antecedentes del sitio La denominación original del establecimiento fue Almoloyan, en lengua náhuatl ?lugar entre agua que corre?, se localiza en el municipio de Villa de Álvarez, fue planificada y construida en un plano aluvial definido por el Arroyo Pereira y el Río Colima con una orientación de 16° al este del norte, al igual que las grandes urbes mesoamericanas. En él se conservan vestigios arquitectónicos, de una antigua ciudad monumental que fue construida en honor al Dios Viejo del Fuego. Dicho asentamiento actualmente es un referente regional en Colima, sin embargo, aún con el señalamiento de su existencia e importancia y la necesidad de su protección señalada desde 1917 por los connotados colimenses Dr. Miguel Galindo y el Ing. José María de Santacruz, las evidencias materiales de la urbe estaban siendo afectadas de manera grave, tanto por saqueos como por la construcción del fraccionamiento indicado. La intervención del INAH se inició con la suspensión de obras en los terrenos y protección de los vestigios arqueológicos, sustentando la defensa legar de las evidencias arqueológicas en la Ley Federal Sobre Monumentos y Zonas Arqueológicas, Artísticos e Históricos y más de veinte años de juicios y acusaciones en contra del INAH y sus investigadores. Los trabajos de investigación en el asentamiento, han permitido obtener una visión retrospectiva de la historia del desarrollo histórico prehispánico del occidente de Mesoamérica y en espacial de la región de Colima. Cabe señalar dichas investigaciones además llevaron a atisbar parte del pensamiento mágico-religioso de sus constructores y habitantes durante varias centurias, además de exhumar parte de los vestigios de una antigua ciudad que constituyó en algún momento de su historia el centro político, económico y religioso del espacio territorial conocido en algunas fuentes históricas como el reino de Coliman. Aún con su lejanía temporal, el sitio actualmente forma parte del paisaje urbano y los habitantes de la región lo consideran cercano, valorándolo como herencia de sus ancestros y manifestación de aspectos fundamentales del pensamiento cosmogónico y cosmológico de sus antiguos habitantes.