Proyecto de investigación

Historia, urbanismo y patrimonio cultural [2017]

OBJETIVO GENERAL

El patrimonio material se ha definido como la transmisión de mensajes culturales vía objetos. Particularmente, respecto a los bienes inmuebles, se ha señalado cómo en la arquitectura y, en un espectro más amplio, en el urbanismo, el hombre organiza el lugar que habita y vierte en él su forma de pensar el mundo. Por lo cual, mediante las decisiones que el individuo toma para conformar cada uno de los espacios, transmite su concepción de la cotidianidad en la sociedad de su época. Precisamente en relación con el trabajo que se realiza en la Coordinación Nacional de Monumentos Históricos, el proyecto que ahora presento es una propuesta para documentar, analizar y explicar las relaciones que se entretejen en las ciudades y cómo ésas quedan reflejadas en la forma en la que se organiza una urbe, en las edificaciones que se erigen en ella y en su distribución. Me refiero a estudiar la ciudad y las edificaciones no sólo por su aspecto físico, como un recuento de datos cronológicos que marcan sus modificaciones formales, sino como espacios sociales; esto es, como sitios simbólicos y de identidad, representativos de y para la sociedad en la que se edifican. En suma, este tipo de investigaciones permite tomar decisiones de la preservación o no de ciertas estructuras o elementos así como en torno al discurso que puede generarse a partir de él dependiendo del significado que han tenido y tienen. La hipótesis de este trabajo es que, la localización de los inmuebles en las ciudades no fue, ni ha sido,¬ del todo azarosa; su disposición estuvo determinada por sus propios procesos fundacionales, por las vinculaciones de sus miembros con la estructura social, por las posibilidades de inserción en el espacio urbano y el significado que éste tenía, así como por el acceso a los recursos como el agua o solares propios para el desempeño de su actividad. Entonces, estar en una u otra parte de la ciudad llevaba consigo implicaciones de poder, ya fuera social, político o económico. Pero el que las edificaciones lograran un lugar favorable dentro de la traza, dependió también de los procesos internos de la institución y de las vinculaciones de sus propietarios con los poderes de la misma ciudad. Así, considero que para entender la dinámica de los inmuebles, es preciso tomar en cuenta su ubicación y los significados del espacio en el que se insertaron. A su vez, falta profundizar específicamente en cómo esos inmuebles y las dinámicas que se gestaron entre ellos funcionaron como organizadores del espacio al atraer población a su entorno. Entonces, me acercaré a los procesos fundacionales de las ciudades así como de sus inmuebles. Como no puedo abarcarlo todo decidí enfocarme en principio en las ciudades que recibieron tal nombramiento en la primera mitad del siglo XVI, México (1548), Puebla (1532), Oaxaca (1532), Valladolid (1537), Tlaxcala (1535), Guadalajara (1539), así como los hoy considerados monumentos históricos; específicamente aquéllos en los que se asentaron los poderes temporales y religiosos igualmente en el siglo XVI. Entonces, según corresponda con cada ciudad, privilegiaré el estudio de los procesos y relaciones de: catedral, palacio de gobierno, audiencia, casa del cabildo, casa del alguacil, casa del arzobispado, casas habitación de las familias más prominentes del lugar, iglesia principal, parroquias, colegios, universidad, hospitales, hospicios, conventos de monjas y frailes. Aunque mi mayor interés es en torno a los siglos coloniales, esta no es una delimitación temporal definitiva ya que para el estudio de las sociedades en sus aspectos simbólicos y por tanto, culturales, es necesario generar estudios que contemplen la larga duración. Es necesario resaltar que uno de los fundamentos de la gestión y rescate patrimonial radica en que logremos entender el proceso de significación social de los monumentos históricos; ello nos permitirá promocionar resignificaciones desde nuestro presente no sólo en los círculos académicos, sino al interior de las comunidades que rodean al inmueble. Después de todo, mientras mayor pluralismo exprese el patrimonio, éste tendrá mayores posibilidades de conservarse.

ANTECEDENTES

Este proyecto es la fusión de dos anteriores en los que estaba trabajando hasta el año pasado (2014) como independientes pero que, como se ha visto a lo largo de los productos obtenidos, son indisociables. Así, este proyecto se compone del trabajo realizado en los dos previos que llevaban por título: a) La zona oriente del centro histórico de la Ciudad de México. Monumentos históricos: inmuebles y espacios en el devenir de las sociedades y b) Las ciudades novohispanas y sus tramas semántico-espaciales. En principio estaba trabajando los inmuebles que se encuentran en la zona oriente del perímetro A del centro histórico de la ciudad de México, pues en 2010 fue con dicho proyecto con el que obtuve la plaza como investigadora en la Coordinación Nacional de Monumentos Históricos. Inevitablemente conforme avancé en la investigación, fue necesario acercarme al concepto de ciudad y después a comparar el desarrollo de las que surgieron a la luz de la conquista hispana; es así como se inserta la idea de urbanismo en este proyecto. Y es que, acercarnos al estudio de los inmuebles, nos exige reflexionar al respecto de su territorialidad. Esto que se define por los diferentes poderes que cada monumento despliega sobre el espacio en el que fue erigido. Es precisamente la potestad que ejerce en un espacio la que lo delimita y diferencia de los otros. Entonces, el estudio de un monumento histórico implica asomarse al edificio y al espacio; esto es, el estudio del espacio socialmente edificado a través del tiempo. El inmueble así entendido, es un agente que participa en la sociedad sea promoviendo actividades, estilos artísticos y arquitectónicos, actitudes, formas de relacionarse, etcétera. En ese sentido, más allá de datar los inmuebles, tenemos que preguntarnos, en qué coyuntura se inicia su construcción, qué problemas enfrentan para fundarse, quiénes promueven su fundación y quiénes la atacan, cómo los han visto sus contemporáneos, a quiénes han albergado, qué significado se les ha dado en momentos distintos de su historia y qué lugar han ocupado dentro del conjunto de la ciudad. Responder a este tipo de preguntas dará cuenta de la interacción de las edificaciones con la sociedad a la que han pertenecido. Precisamente es el concepto de patrimonio cultural el que conjunta la serie de términos que he utilizado arriba: historia, urbanismo, territorio, inmueble, zona histórica, etcétera, pues ése tiene como premisa la conservación de la memoria en una constante búsqueda de sentido e identidad; memoria que en este proyecto se rescata, construye y reconstruye a partir de los inmuebles históricos y las ciudades en las que se encuentran.

DESCRIPCIÓN

Las formas clásicas de pensar las ciudades novohispanas tras la conquista han sido varias; por ejemplo, la división entre la traza española y los pueblos de indios. También se ha hecho hincapié en la distribución de las parroquias y doctrinas, así como su feligresía. Igualmente se han destacado los poderes establecidos en el centro y su periferia o, en algunos casos, sólo se ha atendido el cuadro central. Si bien cada una de estas u otras tantas formas de pensar la ciudad corresponden al tipo de estudio que quiere realizarse, éstas debieran nutrirse de las relaciones semántico-espaciales. Esto es que, para esquematizar una urbe, a más de enfocarse en el quehacer, nivel social u origen étnico de los grupos o individuos, resultaría enriquecedor acercarse además a las características culturales de la sociedad a través de sus relaciones con el espacio y con otros grupos e individuos. Una forma de hacerlo es mediante aquello que edifican, sea una ciudad o una casa. Pues, como ya lo han señalado algunos estudios, en la arquitectura y, en un espectro más amplio, en el urbanismo, el hombre organiza el lugar que habita y vierte en él su forma de pensar el mundo. En los siglos XVI y XVII el término ciudad llevaba implícitos distintos significados y entrañaba un sinnúmero de ideas que entrelazaban lo medieval con lo renacentista. Particularmente las ciudades hispanas habían cobrado un lugar protagónico durante el proceso de Reconquista. En él, la ciudad sirvió para hacer presente a la monarquía mediante el gobierno y la posesión de tierra. Además era una forma de promover la población en áreas específicas y, por tanto, en muchos casos cristianizar nuevos territorios. Así, el espacio que ocupó la ciudad no sólo delimitaba la jurisdicción municipal, sino que simbolizaba la cristiandad o, en otros términos, el límite de la ciudad era la línea que separaba a la civilización de las bestias. Por ello, se confirió a la idea de ciudad una noción de civitas o asociación humana que se basaba en los principios de orden, justicia y fe. Los habitantes debían representar la conjunción entre las normas cívicas y la piedad. De ahí que la civitas incorporaba leyes, instituciones y costumbres, se manifestaba en las procesiones y en las ceremonias y se evidenciaba en la creación de legados caritativos como hospitales. En síntesis, la ciudad era considerada fuente de civilización. Ya en la Nueva España, cada una de las unidades que conformaron a las nuevas ciudades significaban el triunfo de los conquistadores y la afirmación de la civilización europea. De ahí la importancia de destacar el asentamiento de ciertos edificios y hacerlos notar. Es decir, en las unidades físicas de la ciudad se hacía tangible la virtud de los habitantes. Así, los estudios de las ciudades novohispanas han expuesto las funciones de los conventos, iglesias y hospitales como articuladores sociales, políticos, económicos pero también simbólicos; asimismo se ha visto su papel como organizadores de la población y del espacio. Pero no sólo se trata de los edificios eclesiásticos sino de los seglares como las cárceles o los palacios. En realidad todo aquél inmueble que desplegó gran influencia en su entorno. Todos ellos se unieron al aparato de representación haciendo notar uno de los cometidos de toda ciudad: su misión civilizadora. Edificaciones religiosas así como temporales debieron ser atractivas para que los habitantes se establecieran a su alrededor. Ello porque otorgaban reconocimiento social a la par que eran provistas de recursos como el agua. Así, la ubicación de una casa estaba en relación íntima con el nombre de su propietario. En ese sentido, eran las propiedades urbanas y sus propietarios quienes dotaban de significado al espacio urbano o, dicho de otra manera, el espacio urbano se definía entonces por su contenido, es decir, de acuerdo con la propiedad urbana que albergaba. Es a partir de ello que se entiende, por ejemplo, el nombre que tenían las calles. Por ello las imágenes urbanas exaltaban aquellos edificios que hacían notar las virtudes de los habitantes y desdibujaban aquéllos que no. La arquitectura era la concreción de la comunidad civilizada. De hecho, cuando nos acercamos a las imágenes urbanas encontramos que es el conjunto de esos inmuebles a los que se ubica, se nombra, se señala. Los pobladores no dudaban en valerse de la descripción de la naciente urbs, para destacar la calidad de su civitas. Podríamos decir que simbólicamente esos edificios ejercían tres funciones. En principio, adecuaban el escenario para realizar las actividades y el ritual para el que estaba dispuesto. En segundo lugar, manifestaban los signos del poder fuera por su ostentación, amplitud, majestuosidad, etcétera. Por último, representaban el sacrificio, el ofrecimiento de una parte de las riquezas que el esfuerzo de los hombres había creado. Así, el edificio era parte de un sistema de valores en el que se representaba la visión del mundo de la sociedad que lo erigía. Por ello, el significado del que se le dotaba a cada uno, ejercía una influencia decisiva en el valor del espacio urbano. De ahí, por ejemplo, que los habitantes buscaban situarse cerca de la Plaza Mayor donde se encontraban las autoridades de la ciudad, representantes de la mayor civilidad. Pero no sólo resultaba atractivo establecerse en torno a esos edificios por lo que representaban, sino por lo que podían ofrecer. Me refiero a que a dichos inmuebles se les solían otorgar los mejores solares de la ciudad y se les proveía de elementos necesarios como el agua. Entonces, estar cerca de ellos, no sólo dotaba de reconocimiento social, sino que daba la posibilidad de tener acceso con mayor facilidad a recursos como el vital líquido. Al respecto considero que con un estudio como el que ahora propongo se podrá observar, por ejemplo, cómo las corporaciones, familias o individuos aceptaban o compraban solares según la disposición de los poderes en la ciudad, sus alianzas e intereses, el público al que pretendían atraer a más de la posibilidad de tener reconocimiento social y recursos naturales cerca. Si bien en algunos casos aceptaban algún solar que no era adecuado a sus intereses y actividades, éste era utilizado sólo mientras encontraban mejores posibilidades de asentamiento. Entender estas dinámicas sociales de siglos atrás y que en muchos sentidos aún se conservan nos permitiría tomar decisiones más adecuadas en torno a la revitalización de los centros históricos, la socialización del patrimonio, su rescate y conservación. Asimismo, entender la historicidad de cada uno de estos espacios y los significados que han tenido a través del tiempo, nos permitirán significarlos desde nuestro presente para que así puedan conservarse y constituyan una herencia cultural para las sociedades venideras. Por supuesto resulta imposible abarcar los procesos de cambio de una ciudad a lo largo de los siglos y todos los edificios que la han constituido. Por ello, en principio me he centrado en los procesos fundacionales de seis ciudades y el establecimiento de los poderes en ellas cristalizados en las edificaciones que los albergaron. Éstas son: México (1548), Puebla (1532), Oaxaca (1532), Valladolid (1537), Tlaxcala (1535), Guadalajara (1539). La característica común de todas éstas es que se les otorgó el título de ciudad en el siglo XVI. Así, comparten un momento histórico y una serie de condiciones que, después de hacer el análisis individual de cada una, nos permitirá establecer similitudes y diferencias entre ellas. Más allá de la parte de investigación histórica en torno a inmuebles, corporaciones o actores sociales en general, ciudades y zonas, este proyecto contempla también el rubro de difusión de dicho conocimiento en formatos diversos; desde una visita guiada, una cédula o una charla, hasta propuestas de alumnos de licenciatura y posgrado que estén interesados en estos temas. Particularmente interesa cómo la investigación histórica en torno a estas temáticas sirve para fomentar el conocimiento en torno a la riqueza patrimonial y con ello conservar la memoria histórica y preservar identidades.

IMPACTO

Este proyecto, como un análisis histórico de las tramas semántico-espaciales de las ciudades que quedan vertidas en sus edificios y la organización de los mismos, pretende ser un aporte para una mejor planeación urbana y en conjunto, de desarrollo social que contemple y comprenda el legado cultural de los centros históricos. Uno de los fundamentos de la gestión y rescate patrimonial radica en que logremos entender el proceso de significación social de los centros históricos; ello nos permitirá promocionar resignificaciones desde nuestro presente no sólo en los círculos académicos, sino al interior de las comunidades que viven en ellos. Después de todo, mientras mayor pluralismo exprese el patrimonio, éste tendrá mayores posibilidades de conservarse. Así, esta es una propuesta para estudiar las significaciones de los centros históricos a lo largo de su historia y, en ese sentido, cómo podría generarse una aproximación entre las comunidades presentes y su entorno histórico. Las políticas de protección y la gestión deberán avanzar en torno a la salvaguardia de las prácticas sociales y culturales; no necesariamente comunes pero igualmente ricas. Paralelamente, la atención y vínculo para con las comunidades receptoras es una herramienta clave para la preservación de aquello que resguardamos. Después de todo, es la memoria quien dota de valor simbólico a cada objeto: sea este una pintura, un collar, un uniforme, un edificio, una danza, una plaza o una ciudad. Pero cada una de estas piezas patrimoniales debe seguir en uso aunque no necesariamente práctico pero sí simbólico; es decir antes, que nada debe formar parte del día a día de la sociedad que lo conserva, sino estará destinado a su abandono, olvido y deterioro.
Este proyecto se inserta en una línea académica de corte internacional en el que se ha visto la necesidad de generar un conocimiento más profundo de los centros históricos a partir del significado que tuvieron en la sociedad que los erigió como su ciudad de origen. Esto nos permitirá entender en gran medida la dinámica que aún hoy pervive en el corazón de las urbes así como sus modificaciones. es a partir de estos análisis que tendremos la posibilidad de generar una mejor planeación urbana a la par de una infraestructura no sólo ideológica sino ambiental y contextual. el resultado de ello será la creación de mejores espacios o la preservación de los ya existentes a más del cuidado del objeto en sí mismo. en conjunto, como lo han comprobado diversos estudios, un entorno agradable visual y socialmente reduce los índices delictivos y promueve una convivencia más sana así como una mayor cohesión social.

NOTAS

  1. Descripción de actividades: En este proyecto las actividades están enfocadas en tres vertientes: investigación, docencia y difusión. En torno a la investigación se generará un artículo en torno a algún monumento y su declaratoria. En el rubro de docencia, seguiré impartiendo en la UNAM, Facultad de Filosofía y Letras, Colegio de Historia, el seminario de investigación Divulgación del Patrimonio Histórico I yII. Igualmente se espera que, por lo menos, dos de mis tesistas se titulen. En este mismo sentido, seguiré promoviendo los trabajos de tesis en torno a las temáticas de patrimonio, especialmente a partir de mi seminario titulado Historia y Patrimonio Cultural que se lleva a cabo una vez al mes en la CNMH. Igualmente seguiré fungiendo como lector de tesis de licenciatura y posgrado. En cuanto a la difusión realizaré la segunda edición del coloquio Encuentros y Desencuentros. Difusión y Divulgación del Patrimonio Cultural que se llevará a cabo el 18 y 19 de mayo. También se trata de seguir el procedimiento para la publicación del libro que co-cordino de levantamiento por tecnología 3D.
En principio el patrimonio se pensaba como parte del proceso de construcción de las naciones. No obstante, es ahora reducido pensarlo de esa manera. En realidad debiéramos considerarlo como un elemento identitario en un sentido más amplio. Es decir, a partir de él las sociedades buscan entenderse, reconciliarse con su ámbito cultural presente e histórico. Así, se constituye como un proceso de mayor amplitud, pues de hecho nos encontramos ya no frente a la conformación de los Estados Nacionales, sino, en cualquier caso, hacia la construcción y preservación de identidades locales como una respuesta a las tendencias globalizadoras. En conjunto, considero que cada uno de estos estudios nos ayudará a enriquecer las explicaciones respecto de la relevancia histórica de las ciudades, sus dinámicas de cambio y las relaciones que establecieron con la sociedad que las erigió; asimismo, nos permitirán conocer y definir con mayor claridad lo que hoy llamamos centros históricos. Estos que en la mayoría de los casos se constituyen por lo que fue la primera delimitación que tuvieron esas ciudades novohispanas del siglo XVI. En ese sentido podemos considerar que el centro histórico es parte de la ciudad, fue la ciudad toda y representa a la ciudad. Es necesario pues generar un vínculo entre esa ciudad-sociedad del pasado con las tramas y significados de su presente.
Folio SIP
9295
Fecha de inicio
2013-01-07
Fecha de término
2018-12-31
Categoría

TITULAR DEL PROYECTO

PARTICIPANTES

Director de proyecto (pdr): Jessica Ramírez Méndez
Última actualización: