Desde el siglo XVI, el Cerro del Teúl aparece registrado en las fuentes históricas como un centro ceremonial de los caxcanes, grupo sedentario que habitaba el sur de Zacatecas y norte de Jalisco. Los edificios de aquel centro ceremonial, todavía en funciones a la llegada de los españoles, fueron destruidos violentamente durante la Conquista y sus ruinas quedaron cubiertas por el tiempo y el escombro durante cientos de años. Los trabajos arqueológicos que se desarrollan actualmente han demostrado que los antiguos habitantes del Cerro se establecieron ahí por lo menos desde el año 200 antes de Cristo, y que el Cerro del Teúl posiblemente constituye el único sitio arqueológico monumental conocido en el Occidente y Norte de México cuya ocupación prehispánica tuvo una duración ininterrumpida de por lo menos dieciocho siglos. Durante todo ese tiempo, las sociedades que habitaron el Cerro del Teúl mantuvieron vínculos estrechos con regiones lejanas, participando en redes complejas de interacción e intercambio a larga distancia. El estudio de esas redes y de la intervención del Cerro del Teúl en ellas ofrece una oportunidad para avanzar en el conocimiento de una región muy amplia carente casi por completo de trabajos sistemáticos, como es el sur de Zacatecas y norte de Jalisco, además de impactar en la arqueología de otras regiones a lo largo de la frontera septentrional mesoamericana. Hacia el siglo II antes de nuestra era, el primer episodio de sedentarismo en esta región fue resultado de la transmisión del modo de vida agrícola hacia los afluentes norteños del sistema fluvial del río Santiago, fenómeno que visto a gran escala se conoce como el proceso de expansión septentrional de Mesoamérica. En el otro extremo de la cronología, la retracción de esa frontera mesoamericana a partir del siglo X de nuestra era involucró nuevamente a la región donde se localiza el Cerro del Teúl, quedando este asentamiento como uno de los reductos mesoamericanos más septentrionales hasta el episodio del contacto español. Por ello, la conservación y estudio de sus vestigios materiales son indispensables para profundizar en el análisis de las fluctuaciones de esta importante área cultural. La escasez de recursos para la ejecución de proyectos arqueológicos intensivos y de larga duración en el norte de Jalisco y sur de Zacatecas ha obstaculizado el análisis de varios periodos de la historia prehispánica de esta región; por ello, la posibilidad de explorar intensiva y sistemáticamente un sitio como el Cerro del Teúl, con una ocupación continua tan prolongada, está permitiendo comprender la evolución cultural no sólo de este asentamiento sino de la amplia región conocida como el Noroccidente de México, al poderse apreciar los cambios que ocurrieron a gran escala en las estructuras económicas, políticas y sociales durante diferentes etapas, y la forma en la que la población se adaptó a o fue impactada por esos cambios. Debido a que a lo largo de su trayectoria este sitio mantuvo vínculos estrechos con regiones lejanas, las exploraciones realizadas hasta la fecha han comenzado a cubrir vacíos de conocimiento también en aquellas áreas, aportando datos para afinar aspectos de la cronología, los vínculos y las secuencias culturales tan lejos como en la planicie costera del Pacífico.