Los diversos asentamientos humanos de época prehispánica que yacen soterrados bajo la actual Ciudad de México son, por lo general, desconocidos. Los constantes procesos de urbanización, ya sea generados por obras civiles públicas o privadas, representan un posible riesgo de afectación al patrimonio arqueológico, pero también nos dan la oportunidad de conocer, registrar y salvaguardar dicho patrimonio, al ser atendidas oportunamente las obras, con lo que se va integrando información de índole académica, en primera instancia, al mapa arqueológico de la Ciudad y, en consecuencia, al mapa de potencial arqueológico que funge como base para la prevención de afectación al patrimonio cultural. Así, el mapa arqueológico nos permite tener un panomara más amplio del comportamiento de los grupos humanos y realizar inferencias sobre los lugares de asentamiento y aprovechamiento para cubrir sus necesidades.