El Proyecto Análisis Cerámicos de los Rescates Arqueológicos. con folio 14440 deriva del Proyecto Materiales folio 777 el cual ha venido ejerciéndose desde el año 2004. El mismo surgió como una necesidad de procurar el estudio de numerosos proyectos de rescate y salvamento que fueron realizados en una etapa en la cual el Centro INAH Colima no contó con un abogado que diera cabal seguimiento a los convenios de colaboración, minutas de acuerdo u otras formas en las cuales se pactaba la intervención de los arqueólogos en diversas obras públicas o privadas con cargo a terceros. En esa etapa (1988 a 2003) la aportación de estas entidades se restringió, en mi caso como personal de base, al pago acotado de los trabajos de campo, razón por la cual se acumuló una buena cantidad de materiales arqueológicos sin lavar ni analizar, actividad que impedía la realización de los respectivos informes técnicos finales. Debido al grave terremoto sucedido en Colima en enero de 2003, mismo que afectó severamente a 8 de los principales templos católicos de la región (incluida la Catedral), así como a otros edificios catalogados como Monumentos Históricos, se implementó un programa del Fondo Nacional de Desastres a fin de evitar su pérdida. Ello requirió de la necesaria contratación de un abogado que diera seguimiento a cada una de las intervenciones realizadas. Fue esta la razón que permitió a la Sección de Arqueología implementar de manera legal y en términos jurídicos, la participación del INAH en los numerosos proyectos de rescate y salvamento principalmente en el área conurbada de Colima y Villa de Álvarez. El Proyecto Materiales surge como una propuesta destinada a procurar el estudio de los materiales arqueológicos que habrían sido acopiados en la bodega de materiales de la Zona Arqueológica de El Chanal, ello incluyó una abundante muestre de material cerámico y lítico principalmente. Fue a partir del incremento en los requerimentos de intervención de la sección de arqueológica en el proceso de expansión urbana que hubo necesidad de contratar, en algunas etapas -entre los años 2005 y 2011-, entre 10 y 12 arqueólogos de contrato a efecto de enfrentar la construcción de numerosos fraccionamientos de alta, mediana y baja densidad así como de vialidades e infraestructura urbana. La mayor parte de estos contratados eran pasantes de arqueología a los cuales se les tuvo que otorgar el aval académico correspondiente de acuerdo a lo señalado en las DRIAM. El seguimiento dado a sus proyectos enfrentó escenarios distintos, pues si bien en algunos casos existió un claro compromiso con las diferentes etapas de las investigaciones (trabajo de campo, gabinete y elaboración de informe final), existieron contratados que eludieron sus responsabilidades. Ellos hizo que los avales académicos debiéramos retomar el estudio, tanto de los materiales arqueológicos, como el trabajo de recuperación de imágenes y gráficos destinados a la elaboración de informes finales. Los proyectos de salvamento arqueológico de esta etapa se caracterizó por la exploración de numerosos espacios funerarios que permitieron la recuperación grandes colecciones de restos óseos. Debido a su gran número, un acervo cercano a los 500 individuos fue enviado a la Escuela Nacional de Antropología e Historia con objeto de que sirvieran como material de estudio a los alumnos de licenciatura de Antropología Física. No obstante, la recuperación de colecciones continuó. En esta etapa los materiales fueron organizados localmente en un espacio que comenzó a funcionar como osteoteca. Es en este contexto que se inserta el Proyecto Materiales. En una primera etapa, los recursos que solicité fueron enfocados al estudio, restauración y análisis de materiales cerámicos obtenidos en la primera de las etapas señaladas párrafos atrás. Ello me permitió la realización del análisis de varias colecciones que me permitieron empatar la tipología cerámica esbozada por Isabel Kelly (1980) con una surgida del análisis de cinco rescates arqueológicos (Jardines Residenciales, Lomas del Pedregal, Santa Bárbara, Haciendas del Centenario y Los Pinos). Asimismo, el recurso señalado me permitió enfrentar la restauración de la colección de ofrendas asociadas a los entierros recuperados en 23 tumbas (11 de bóveda y 12 atierros) en el sitio de Loma Santa Bárbara. Ello significó la intervención de alrededor de 200 vasijas así como la elaboración de poco más de 100 gráficos que recuperaron los registros de la exploración. Con este proyecto se pudo enfrentar a la vez, las necesidades de intervención de colecciones arqueológicas no analizadas por varios arqueólogos que trabajaron como contratados y de los cuales tuve que asumir, como aval académico, la responsabilidad de análisis, estudio y catalogación de acervos. Con este recurso, a la vez, se iniciaron los estudios de las numerosas colecciones óseas recuperadas en el periodo comprendido entre 2005 y 2011. Gracias a ello se han podido entregar los respectivos informes finales al Consejo de Arqueología y abatir en lo posible, la saturación de bodegas de materiales de proyectos de los cuales he tenido tanto la responsabilidad directa como a través de los avales académicos otorgados a los contratados.