En la investigación concluida en el ejercicio 2023 (proyecto con folio 30172), sobre las fiestas mexicas de las veintenas, se encontró lo siguiente: 1) que los sacrificios humanos ejecutados en esas fiestas estaban dirigidos a promover el periódico ascenso y descenso del Sol, de Venus, de las Pléyades, del agua y del maíz, entre otros; 2) que ese movimiento dependía de los tipos de muerte a los que eran sometidas las víctimas sacrificiales; y 3) que esos tipos de muerte tenían una dimensión moral, donde la transgresión hacía bajar a la víctima hacia el inframundo, mientras que la purificación la hacía subir al cielo. Con estas claves de interpretación, el análisis reveló que la fiesta de Atamalcualiztli reactualizaba la transgresión y caída de Cinteotl, que era el maíz y Venus como lucero vespertino. Sin embargo, en un detallado análisis de los tamales (xocotamalli) consumidos al final de esa fiesta, Alaya Johnson ha argumentado que el consumo de xocotamalli representaba la renovación del maíz y el ascenso de Venus como estrella de la mañana. Puesto que en la primera investigación no se profundizó sobre el significado de los alimentos rituales, y las dos exégesis mencionadas son mutuamente excluyentes, para determinar si el xocotamalli de Atamalcualiztli se asociaba al ascenso o al descenso de Venus resulta necesario revisar los rasgos morales que los propios mexicas relacionaban con los distintos alimentos o con sus cualidades organolépticas, como hizo parcialmente Elena Mazzetto, pues hoy sabemos que era la dimensión moral la que en última instancia determinaba el ascenso o descenso de los dioses. Con este procedimiento, a la vez que se someten a prueba los resultados de investigaciones previas, se amplía su alcance para comprender un tema poco estudiado y que en los últimos años ha adquirido importancia en la agenda de los especialistas: el papel que jugaban los alimentos en el ritual mexica, y que juegan actualmente en múltiples comunidades indígenas de México.