Nuestro interés no es desmentir o corroborar esa imagen que se ha creado de él, sino ubicarlo en el contexto en que vivió y comprender que fue un hombre de su tiempo, un ser humano de carne y hueso, que como muchos otros hombres y mujeres del siglo XIX tenía virtudes, pasiones y aficiones, sobre todo una gran inclinación hacia a los juegos de azar, en especial a los combates de gallos. Para entender en su justa dimensión la afición de Santa Anna hacia las riñas de gallos, que en ocasiones hacía que se desatendiera sus obligaciones como mandatario, esbozaremos algunas peculiaridades de esta diversión que terminó por arraigarse entre la población novohispana en el siglo XVIII al incorporarse como estanco de la Real Hacienda. Asimismo, bosquejaremos las peleas de gallos en la primera mitad del siglo XIX para conocer los cambios y continuidades que experimentó para entonces esta tradición mexicana y contextualizar esta práctica cultural Luego describiremos en base a las crónicas periodísticas, de viajeros y escritores contemporáneos a Santa Anna el gusto que les profesaba el caudillo a los combates, sobre todo en lugares de recreo como Tlalpan, así como en Veracruz, puesto que en sus haciendas de Manga de Clavo y El Encero, tenía galleras con los gallos de su predilección: "Pedrito" y "Cola de Plata".