La Historia Clásica narra los hechos que dieron origen, evolución y estatus a un pueblo. Nos hemos concretado a reconocer como históricos los hechos como las conquistas, las batallas, las guerras, las independencias, las reformas, el sometimiento y la libertad, los cambios de estilo político para gobernar, entre otros, como si estos hechos fueran los únicos rectores de la vida de una nación. Se pasan por alto elementos de fundamental importancia en la conformación de un estado; el territorio y el pueblo. Cuando ponemos la vista en estos dos elementos es cuando podemos mirar su patrimonio cultural. A doscientos años del Plan de Iguala que promovió la consumación de la independencia, el patrimonio cultural mexicano pasó por una serie de resignificaciones, influencias intelectuales y nuevas narrativas que dieron por resultado expresiones no solo en el ámbito social, sino en el religioso, el económico y el medio ambiente natural.