En 1971 se fundó el Centro Regional Morelos-Guerrero y con ello dieron inicio diversas investigaciones que fueron la base para la creación de acervos propios. Años después, tras la formalización del Centro INAH Morelos, continuó la formación de colecciones arqueológicas, las que después de cinco décadas y hasta la actualidad, se vienen incrementando gracias al desarrollo de investigaciones arqueológicas en la entidad, a la integración de colecciones que se hallaban bajo la custodia de terceros y por decomisos. Las primeras colecciones permitieron la construcción de la exposición de los distintos períodos de la ocupación prehispánica en el estado de Morelos para el naciente Museo Regional Cuauhnáhuac, Palacio de Cortés, inaugurado en 1974 (Angulo 1979). Sin embargo, bajo la mirada de legos y especialistas, la exposición acusaba vacíos temporales. De ahí que el museo fue acogiendo colecciones como las provenientes de Izúcar de Matamoros, que pertenece al estado de Puebla, o Cacahuamilpa, Guerrero. Son varios los proyectos que han aportado colecciones de monumentos arqueológicos muebles, como son el Proyecto Xochicalco (Hirth 2000; Hirth y Cyphers 1988; Garza y González 2007; González et al. 2008), Chalcatzingo (Grove 1987, Córdova y Meza 2007), Pilas (Martínez 1979), Olintepec (Canto 1993), el Tlatoani (Cherkinsky y González 2014; González y Gómez 2017) entre otros, que se hallan en los laboratorios de análisis a cargo de algunos investigadores en funciones. Asimismo, hay una serie de colecciones ingresadas derivado de la reincorporación de piezas que se encontraban en manos de Personas Físicas, así como aquellas que procedentes de Averiguaciones Previas a través de la Procuraduría General de la República, hoy Fiscalía. Esta diversidad ha impactado en el incremento de las colecciones arqueológicas del Centro INAH Morelos. Actualmente, un alto porcentaje de estas colecciones ya está inscrito en el Registro Público de Zonas y Monumentos Arqueológicos del INAH, por el programa de Registro Público de Monumentos y Zonas Arqueológicas, el cual en 2020 fue enviado al PAT. No obstante, este arduo trabajo, la mayoría de las colecciones se encuentren almacenadas de manera dispersa en diferentes espacios, sin haberse logrado aún la sistematización para su correcta ubicación. De ahí que ha resultado difícil que se lleven a cabo procesos de curaduría que permitan, además de la continuidad de las investigaciones arqueológicas, asegurar el buen estado de conservación de esos objetos y efectuar gestiones que faciliten su manejo para distintas exposiciones.