En este proyecto se plantea el estudio de la afinidad entre religión y comercio en la Nueva España durante el siglo XVIII. El análisis se concentra en dos actores principales: los miembros del Real Consulado de México, quienes ponen en práctica su religiosidad y relaciones sociales; y la orden del Carmen descalzo, cuya población fue principalmente de peninsulares. Entre ambos se practicaron vínculos tales como las relaciones familiares y de paisanaje, ambos comunes en la sociedad novohispana, pero de mayor peso entre la élite novohispana. Esto pone de manifiesto una red de vascos y montañeses ubicados estratégicamente en distintos círculos de la sociedad novohispana, especialmente en el ámbito eclesiástico. Algunos familiares de los miembros del Consulado se inclinaban a profesar como religiosos y, de este modo, adquirían una serie de privilegios, que incluían evidentes beneficios en el terreno político y económico.