La filiación cultural de los objetos lapidarios en el Templo Mayor de Tenochtitlan [2019]
OBJETIVO GENERAL
El objetivo principal de nuestra investigación se centra en la caracterización de materias primas y de las huellas de manufactura que presenta la lapidaria del Templo Mayor, para identificar con mayor precisión las filiaciones culturales de los objetos, las formas en que fueron obtenidos y su vinculación con distintas tradiciones artesanales y estilos tecnológicos a través del tiempo. Identificar y distinguir las características de los estilos presentes en la lapidaria del Templo Mayor a través del análisis detallado de las materias primas y huellas de manufactura de los objetos como marcadores espaciales y/o temporales de determinadas producciones artesanales locales y foráneas para precisar sus filiaciones culturales. Conocer la variabilidad en los minerales y tecnologías empleadas en la producción de los objetos lapidarios recuperados en las ofrendas de Tenochtitlan. Delimitar las relaciones existentes entre las técnicas de elaboración con las materias primas y morfologías de los objetos lapidarios para definir o corroborar su filiación cultural. Determinar qué objetos fueron elaborados localmente y cuáles son manufacturas foráneas obtenidas a través de complejas redes de intercambio y/o tributo con otras regiones. Identificar modificaciones tecnológicas como indicadores espaciales y/o temporales de objetos procedentes de otras áreas y épocas. Comparar las materias primas y los objetos con piezas de las provincias que tributaban lapidaria para detectar similitudes o diferencias que indiquen su obtención por este medio. Confirmar qué piezas son reliquias a partir del análisis de materias primas, morfología y técnicas de manufactura que compartan con objetos de culturas anteriores a los mexicas. Detectar cuáles objetos son recreaciones o emulaciones mexicas inspiradas en piezas de estilos foráneos o en reliquias.
ANTECEDENTES
Uno de los objetivos de la arqueología ha sido determinar la filiación y temporalidad de los restos materiales de sociedades pretéritas a partir de rasgos diagnósticos, con el fin de rastrear su origen geográfico, cultural o cronológico (Gosselain 1992:583; Carr 1995:165). Esta idea se apoya en el postulado de que cada cultura o grupo social tiene formas particulares y características de elaborar sus objetos, a expensas de otras, en un espacio y tiempo determinados, las cuales transmite de una generación a otra (Lechtman 1975:2-10; Carr, 1995:166). Estas alternativas en las elecciones que los productores hacen pueden estar basadas en las representaciones sociales de sus tradiciones técnicas (milieu technique) (Leroi-Gourhan 1945:6-39; Miller 2007:42). En este sentido, la tradición tiene una perspectiva diacrónica, de larga duración y amplia distribución espacial, mientras el estilo es sincrónico, con una escala espacial y temporal menor (Willey y Phillips, 2001:32-35). Así, el introducir la variable tecnológica al estilo nos permite profundizar en las formas en que una cultura se expresa a través de elaborar piezas y qué tanto imprime a dichos materiales su sello de localidad o identidad (Gosselain, 1992:583); sin olvidar que éstas no siempre están determinadas por el acceso cercano a los recursos, ya que muchas veces son resultado de preferencias culturales y la tradición (Gosselain, 1992:572). Esto es importante, sobre todo cuando se abusa en la asignación de estilos para atribuir procedencias, temporalidades y lugares de elaboración, ya que no es suficiente la similitud morfológica o estética para determinar filiaciones culturales. Otro aspecto importante relacionado con la tecnología y el origen de un objeto está en el estudio de las materias primas en que están hechas las piezas, ya que la identificación de un material pétreo alóctono en un sitio o región no implica necesariamente que se trate de una manufactura foránea. Para ello se debe comparar su tecnología con otros materiales locales y comparar con las supuestas zonas de procedencia para confirmar su pertenencia a una tradición tecnológica ajena a la región (Melgar, 2014:5). Así mismo, muchas veces se considera que el lugar de origen o yacimiento de las materias primas es el lugar de elaboración de los objetos. Si bien en algunos casos existen talleres cercanos a los afloramientos, ello no implica necesariamente que todos los objetos hechos en dicho material provengan ya manufacturados de aquellos espacios productivos. Con base en estas ideas se desprenden varias problemáticas al relacionar directamente la procedencia de las materias primas con su lugar de manufactura. La colección de objetos lapidarios del Templo Mayor de Tenochtitlan (1325-1521 d.C.) presenta estas problemáticas, debido a que la mayoría de las materias primas en que están hechas estas piezas, salvo la joyería en obsidiana, son metamórficas y sedimentarias ajenas al entorno volcánico de la Cuenca de México. Sin embargo, el lugar de origen geológico no necesariamente indica el lugar de elaboración o manufactura de las piezas, o dicho de otra manera, ¿una pieza de un material exótico es necesariamente una producción foránea? Lo mismo sucede con la clasificación de los objetos a partir de criterios morfológicos, decorativos y estéticos, ya que la gran variedad de estilos propuestos en Templo Mayor se atribuyen al comercio, tributo, conquista y saqueo (Figura 1), sobre todo apoyados en la visión de la sociedad mexica como un pueblo guerrero. Para resolver lo anterior, Matos (1990:32) señalaba que los análisis de laboratorio serían de gran utilidad para la identificación de las materias primas en que estaban fabricadas las piezas, además de profundizar en su estudio estilístico; ya que los diversos objetos hallados en las ofrendas indicaban el control mexica tanto interno como externo a través de la presencia de materiales propios y de otros grupos contemporáneos o anteriores a Tenochtitlan. Además, su identificación mineralógica permite conocer las preferencias culturales prehispánicas por determinados materiales pétreos; al respecto, las fuentes históricas registran que entre los atributos más importantes estaban el color, el brillo, la dureza, las propiedades medicinales y sus simbolismos (Melgar, 2014:49-66). Otro factor que aumentaba su aprecio era su carácter alóctono, ya que mientras más distante se encontraran sus fuentes de obtención, mayor estima revestían; así mismo, la rareza del material, la calidad excepcional en su manufactura o si provenía de lugares sagrados o que remitían a los ancestros y un pasado glorioso podían ser más importantes que la cantidad (Helms, 1993:2-7). Ponemos énfasis en el aspecto de la procedencia y la manufactura de los objetos lapidarios porque en esta investigación buscamos profundizar el análisis de las tradiciones tecnológicas locales y foráneas halladas en el Templo Mayor de Tenochtitlan, ya que no sólo la predilección por ciertos artefactos y materias primas sino también sus técnicas de elaboración son expresiones del estilo (Lechtman, 1975:6-7). Estos detalles tecnológicos y las distintas trayectorias de producción, circulación y distribución de objetos preciosos se entrelazan con otros ámbitos sociales (Hodder, 2016:115-116) y permiten la construcción simbólica de relaciones distantes al estar cargados de significados que materializan la presencia de lugares, tradiciones de manufactura y personas lejanas no disponibles en la vida cotidiana local (Lazzari 1999; Ortiz 2007). Así, en el estudio de los materiales arqueológicos es necesario considerar la tecnología cuando se trata de asignarles filiaciones culturales y/o temporalidades. A partir de ello, en este estudio se propone que el empleo de la arqueología experimental y el análisis de las huellas de manufactura son importantes porque permiten identificar la homogeneidad o heterogeneidad de las piezas atribuidas a un estilo y su probable pertenencia a él, así como distinguir las producciones locales de las foráneas en un sitio y región. Además, este tipo de análisis combinado también permite evaluar la filiación cultural de objetos de forma geométrica y no solamente de piezas antropomorfas o que por su iconografía se les ha asignado un estilo, ya que si comparten materias primas particulares o patrones de manufactura específicos con colecciones lapidarias de determinadas culturas, áreas o asentamientos, se puede postular su pertenencia a dicha tradición artesanal o estilo tecnológico. Con este panorama en mente, nuestra problemática de estudio queda enunciada en las siguientes preguntas: ¿Cuáles estilos podemos identificar en el Templo Mayor a través de la lapidaria? ¿En qué minerales están hechas las piezas y cuáles podrían ser sus procedencias? ¿Qué instrumentos de trabajo emplearon en su elaboración? ¿Cuáles objetos son de tradiciones artesanales y estilos tecnológicos diferentes al mexica y dónde pudieron ser manufacturados? ¿Cómo fueron obtenidos a través del tiempo? ¿Qué piezas son reliquias y cómo podemos detectarlas? ¿Cuáles objetos son de estilo mexica y/o tenochca? ¿Existen recreaciones o imitaciones inspiradas en estilos foráneos o reliquias?.
DESCRIPCIÓN
Para cumplir con los objetivos y evaluar las hipótesis de esta investigación la metodología empleada más relevante será la siguiente: Para los análisis enfocados en la identificación mineralógica y procedencias geológicas de las materias primas en que están elaborados los objetos lapidarios del Templo Mayor, se contará con los muestrarios de referencia de rocas y minerales del Museo del Templo Mayor y del Laboratorio de Geología de la ENCRyM, ambos del INAH. Para describir sus características mineralógicas y conocer su composición química elemental se emplearán varias técnicas y equipos no destructivos ni invasivos como son la Fluorescencia de Luz Ultra Violeta (FUV), Fluorescencia de Rayos X (FXR) y Espectroscopía Micro-Raman, tanto en los objetos arqueológicos como en las muestras modernas con fines comparativos. La FUV se emplea con una lámpara calibrada con luz UV de onda corta (250 nm) y onda larga (365 nm) durante la inspección visual del material, donde la absorción selectiva de fotones a partir de la fuente de luz UV emitirá distintos colores en las piezas debido a la composición química de los minerales de diferentes yacimientos (Verbeek, 1995). La FRX permite conocer la composición química de los materiales a través de ser irradiados con rayos X, los cuales emitirán rayos X característicos de cada elemento químico (Shackley, 2011). Con la Espectroscopía Micro-Raman es posible determinar la presencia de un mineral o compuesto en general a partir de la interacción de las muestras con un haz de láser rojo (de 785 nm), cuya dispersión inelástica de fotones, llamada efecto Raman, produce espectros vibracionales característicos de determinados minerales y compuestos químicos (Edwards y Faria, 2004). Para confirmar que los minerales modernos de referencia están bien caracterizados con las técnicas anteriores, al mismo tiempo se harán láminas delgadas de los mismos para analizarlas con microscopía petrográfica tanto en el Laboratorio de Geología de la ENCRyM como en el Laboratorio de Investigación y Caracterización de Materiales y Minerales (LICAMM) de la Universidad de Guanajuato. En este último también se hará Difracción de Rayos X (XRD), la cual permite conocer la estructura y fases cristalinas del material analizado (Manzanilla et al., 2017). Ello sirve para reforzar y ratificar las identificaciones mineralógicas cuyos resultados obtenidos con las otras técnicas no destructivas permitirán corroborar en qué materias primas están hechos los distintos objetos lapidarios recuperados en el Templo Mayor. Este punto es importante a destacar, ya que se pueden analizar a detalle una gran cantidad de objetos lapidarios sin dañarlos, además de que el Consejo de Arqueología restringe los estudios con técnicas destructivas o microdestructivas. En cuanto al análisis fraseológico-tecnológico de las huellas de manufactura, desde el 2004 se ha desarrollado un taller de arqueología experimental en lapidaria dentro del proyecto "Estilo y tecnología de los objetos lapidarios en el México Antiguo" con sede en el Museo del Templo Mayor, en el que se han realizado más de 500 experimentos que reproducen las modificaciones que presentan los objetos (cortes, percusiones, desgastes, perforaciones, incisiones y acabados). Para ello se han empleado los instrumentos de trabajo y procesos que, por diversas fuentes de información (documentos históricos, contextos arqueológicos y propuestas de otros investigadores), es posible suponer que fueron utilizados por los pueblos del México prehispánico. La ejecución de estos experimentos parte del criterio uniformista que establece que la utilización de un instrumento de trabajo particular, hecho de un determinado material, empleado de una manera específica y bajo ciertas condiciones, dejará rasgos bien definidos y diferenciables de otros utensilios y materias primas (Ascher, 1961:807). Paralelamente al desarrollo de los experimentos se hacen comparaciones sistemáticas entre las huellas de manufactura obtenidas y las de las piezas arqueológicas que presenten los tipos de modificaciones concluidos. Primero se hace el registro fotográfico detallado de los objetos para analizar las superficies texturales a través de Imágenes por Modificación de la Reflectancia (RTI), las cuales requieren el iluminado desde diferentes ángulos para capturar en secuencias de fotos de la misma pieza, distintas formas, colores y texturas o acentuar los relieves (Newman, 2015). Estas imágenes se procesan con filtros del software RTIBuilder y se visualizan con RTIViewer, ambos de acceso gratuito. De esta manera se pueden resaltar microtopografías de las huellas de trabajo, sus direcciones y acabados. Después se realizan las observaciones micrográficas con ayuda de una lupa de 10x, un microscopio estereoscópico con cámara integrada para tomas a 10x, 30x y 63x, y un microscopio electrónico de barrido a 100x, 300x, 600x y 1000x, siempre empleando los mismos parámetros de 10 mm de distancia de trabajo, modo de alto vacío y señal de electrones secundarios (Velázquez, 2007:52-54). Cabe señalar que para la observación de los objetos lapidarios del Templo Mayor con MEB se realizan réplicas en polímeros de cada una de las modificaciones que presentan, las cuales son recubiertas con iones de oro (llamado sputtering), para poder visualizarlas en modo de alto vacío. Esta técnica no destructiva presenta las ventajas de que pueden introducirse varias muestras a la vez en la cámara del microscopio (hasta 20), agilizando las sesiones de trabajo; también pueden analizarse modificaciones de piezas cuyo tamaño supera las dimensiones de la cámara de muestreo o que su forma y ubicación hacen imposible su observación (como las paredes internas de las perforaciones); y finalmente, evita el riesgo de trasladar las piezas arqueológicas pues las réplicas pueden obtenerse en los lugares en que éstas se encuentran resguardadas. De esta manera se han revisado más de 50 mil objetos de un centenar de sitios del México Antiguo, Guatemala y el Suroeste de los Estados Unidos, a partir de los cuales han podido establecerse patrones tecnológicos espaciales y temporales con fines comparativos. En el caso del Templo Mayor, ya se han aplicado este tipo de estudios a los objetos de turquesa (Melgar, 2014) y jadeíta (Monterrosa y Melgar, 2017) del edificio principal, así como a piezas de obsidiana, serpentina y mármol de las estructuras aledañas (Solís, 2015), logrando detectar varios patrones tecnológicos foráneos y reliquias, así como insignias de estilo tenochca. Para este proyecto de tres años se plantea el estudio de 10 mil piezas de las ofrendas 1 a la 102 de un universo de 100 mil objetos aproximadamente. El criterio de selección tratará de ser lo más representativo posible, con base en su buen estado de conservación y buscando abarcar diferentes temporalidades, morfologías, estilos atribuidos, contextos y materias primas.
NOTAS
- Descripción de actividades: Las metas académicas de este año son continuar con los análisis de objetos lapidarios del Templo Mayor de las etapas constructivas IVa, IVb, V y VI, para determinar su filiación cultural de forma detallada y sistemática a través del análisis mineralógico y fraseológico con diferentes equipos y técnicas arqueométricas enfocadas en la caracterización de materiales. La base de datos resultante y el catálogo de materiales pétreos y estilos artesanales presentes en la colección permitirán conocer de manera más precisa las materias primas de los objetos y la tecnología empleada en su elaboración, así como las fuentes o yacimientos geológicos de abastecimiento y su pertenencia a determinadas tradiciones lapidarias locales o foráneas. Otras metas están relacionadas con la difusión de los resultados obtenidos a través de asistir a eventos académicos con los integrantes del equipo de trabajo para la presentación de los avances de investigación. Otra meta más está en la formación de recursos humanos interesados en la lapidaria a través de tesistas que desarrollen sus estudios dentro del proyecto y cursos impartidos a alumnos de la Licenciatura de Arqueología.
Folio SIP
22467
Fecha de inicio
2018-01-01
Fecha de término
2019-12-31
Categoría
Unidad Administrativa
Área normativa
TITULAR DEL PROYECTO
PARTICIPANTES
Colaborador (ctb): Cristina Zorrilla Cangas, Director de proyecto (pdr): Emiliano Ricardo Melgar Tísoc, Colaborador (ctb): Guillermo Acosta Ochoa, Colaborador (ctb): Hervé Monterrosa Desruelles, Colaborador (ctb): Jaime Torres Trejo, Colaborador (ctb): Luis Fabián Álvarez Hernández, Colaborador (ctb): María Jesús Puy y Alquiza, Colaborador (ctb): Mario Monroy Escamilla, Colaborador (ctb): Reyna Beatriz Solís Ciriaco, Colaborador (ctb): Víctor Hugo García Gómez, Colaborador (ctb): Yeslith Vania Esparza MoctezumaAPORTANTES
Financiador (fnd): Consejo Nacional de Humanidades, Ciencias y TecnologíasCOBERTURA
Ubicación geográfica