Premio compartido
2016
Premiados
Comunidades encadenadas. Análisis de la cultura política y el caciquismo en un distrito de Oaxaca (1915 - 2014)
Comunidades encadenadas es un análisis antropológico de la cultura política del caciquismo de los últimos cien años en el distrito Mixe del estado de Oaxaca. El objetivo principal de esta tesis doctoral es validar un nuevo modelo teórico del caciquismo que se propone a partir de Oligarquía y caciquismo de Joaquín Costa (1902). Dicha validación se lleva a cabo contrastando las hipótesis teóricas con el amplio material empírico de múltiples fuentes etnográficas e históricas que se recopiló en el dilatado trabajo de campo (2010-2014), en el que se empleó una metodología antrohistórica muy similar a la desarrollada por Paul Friedrich en Princes of Naranja (1986). Por lo tanto, al modelo teórico inicialmente propuesto se le aplica un método hipotético-deductivo para caracterizar el fenómeno general del caciquismo a partir de la exploración en profundidad de tres cacicazgos de la unidad geográfica, histórica y étnica de análisis: el caudillismo serrano del coronel Daniel Martínez, el caciquismo rural institucional de Luis Rodríguez y el narco-caciquismo de José Ramírez. A partir de estos resultados, se refinan las hipótesis iniciales para, en definitiva, ayudar a definir, describir y detectar el fenómeno sociopolítico del caciquismo y para conectarlo con los conceptos más generales del patronazgo informal y del clientelismo orquestado por partidos políticos.
Se defiende la tesis que existe una continuidad histórica del caciquismo en la región Mixe que hunde sus raíces en los señores de la guerra de la Revolución y en los líderes de la vecina Sierra Juárez. El caciquismo se define así como una fórmula muy concreta de intermediación política, económica y simbólica que conecta y sujeta poblaciones humanas a través de un triple mecanismo de control basado en: 1) cadenas de transmisión para dominar las relaciones externas a la comunidad y establecer un monopolio económico y representativo; 2) cadenas de sujeción para controlar la movilidad y la seguridad pública, a fin de monopolizar la violencia; 3) cadenas de favores que no se dan para que sean devueltos, sino para concentrar el poder en el cacique a través de la reciprocidad asimétrica de las relaciones patrón-cliente y, a fin de cuentas, materializar un monopolio político. También se propone un criterio ético, el horizonte de emancipación, para identificar a los caciques.
En resumen, tres cadenas de control en acción, tres monopolios estableciéndose y tres poderes políticos, todos ellos bajo el dominio de una sola persona. El resultado es que el caciquismo produce un encadenamiento de comunidades y sujetos mediante la violencia, las deudas de lealtad y las transacciones de todo tipo entre los grupos local y nacional, al mismo tiempo que integra en una única cadena de mando informal a los municipios y a los distritos con el Estado. Los caciques se demuestran así como un eslabón esencial para preservar la hegemonía de un élite central que gobierna como una oligarquía. Finalmente, se argumenta que la autocracia de las comunidades que viven bajo el yugo del caciquismo sirve asimismo a la dinámica más amplia de la centralización estatal del poder.
Se defiende la tesis que existe una continuidad histórica del caciquismo en la región Mixe que hunde sus raíces en los señores de la guerra de la Revolución y en los líderes de la vecina Sierra Juárez. El caciquismo se define así como una fórmula muy concreta de intermediación política, económica y simbólica que conecta y sujeta poblaciones humanas a través de un triple mecanismo de control basado en: 1) cadenas de transmisión para dominar las relaciones externas a la comunidad y establecer un monopolio económico y representativo; 2) cadenas de sujeción para controlar la movilidad y la seguridad pública, a fin de monopolizar la violencia; 3) cadenas de favores que no se dan para que sean devueltos, sino para concentrar el poder en el cacique a través de la reciprocidad asimétrica de las relaciones patrón-cliente y, a fin de cuentas, materializar un monopolio político. También se propone un criterio ético, el horizonte de emancipación, para identificar a los caciques.
En resumen, tres cadenas de control en acción, tres monopolios estableciéndose y tres poderes políticos, todos ellos bajo el dominio de una sola persona. El resultado es que el caciquismo produce un encadenamiento de comunidades y sujetos mediante la violencia, las deudas de lealtad y las transacciones de todo tipo entre los grupos local y nacional, al mismo tiempo que integra en una única cadena de mando informal a los municipios y a los distritos con el Estado. Los caciques se demuestran así como un eslabón esencial para preservar la hegemonía de un élite central que gobierna como una oligarquía. Finalmente, se argumenta que la autocracia de las comunidades que viven bajo el yugo del caciquismo sirve asimismo a la dinámica más amplia de la centralización estatal del poder.