Estudios recientes de antropología física sobre los restos óseos procedentes de la cueva de la Sepultura en Tula, Tamaulipas, plantean nuevas preguntas sobre la existencia de otros cráneos dolicoides que están reportados hacia la Sierra de Tamaulipas, específicamente al sureste del estado en el municipio de González en el sitio de San Antonio Nogalar, ejido de la Torrecilla. Según consta el dato arqueológico, aquí tenemos el desarrollo de importantes sitios del Clásico con arquitectura de piedra atribuidos a los principales complejos culturales del norte de Mesoamérica, como por ejemplo; El Sabinito, ubicado al norte sobre este conjunto de elevaciones en el municipio Soto la Marina y los registrados en la Sierra Madre Oriental como el Balcón de Montezuma, en el municipio de Ciudad Victoria. Como se sabe, este tipo de morfología craneal fue descrita por primera vez en la zona a mediados de los 70´s del siglo XX a partir de las excavaciones que hizo el arqueólogo de la Misión Francesa Guy Stresser-Pean, importante estudioso de la región Huasteca, en donde el antropólogo físico Arturo Romano, determinó una estrecha relación biológica con los grupos dolicoides de la Candelaria y las poblaciones del norte, sur, oeste y centro de Texas. Lo anterior resulta sugerente, pues este tipo de morfología craneal ha sido reportada también hacia la costa del Golfo en el municipio de Altamira, encontrándose asociados a poblaciones agrícolas que desarrollaron arquitectura de tierra como los del desaparecido sitio arqueológico Lomas del Real dentro de la Huasteca septentrional para el Formativo. La importancia de estas investigaciones, reside en que para el área se proporcionan evidencias consistentes sobre los vínculos bioculturales de poblaciones de Aridoamérica con las poblaciones de Mesoamérica septentrional, lo cual pone de manifiesto que movimientos poblacionales del Altiplano del norte en el Formativo, están contribuyendo de manera importante al desarrollo local de las diferentes tradiciones culturales sedentarias con cerámica y arquitectura de piedra y tierra en el noreste del país que según consta la evidencia arqueológica, en la zona de la sierra pudo darse alrededor del 1800 a. C., así como en la zona baja del Pánuco alrededor del 1600 a. C. En este sentido, dichos datos ayudan a descifrar las investigaciones realizadas en los años 50´s del siglo pasado en el municipio de Ocampo (colindante con Tula al oeste) por el arqueólogo norteamericano Richard MacNeish, quien excavó una serie de cuevas que en 1937 habían sido previamente exploradas por Javier Romero y Juan Valenzuela, en donde quedó por primera vez evidenciada, la adopción local de plantas domesticadas y el posterior desarrollo de una economía mixta de forrajeo-agricultura que persistió durante varios milenios hacia la zona de la Sierra Madre Oriental y Sierra de Tamaulipas. Actualmente en la cueva Escondida, ubicada en el cañón de las Láminas en la Sierra Madre Oriental entre los municipios de Victoria y Llera, trabajos arqueológicos han estado localizando una concentración de materiales arqueológicos diversos desde lítica tallada, restos macrobotánicos (maíz, frijol, chile, calabaza, etc.), cerámica temprana, hasta restos óseos humanos esqueletizados y momificados que por sus características físicas y temporales, son incluidos en el tipo de sitios arriba mencionados, por lo que profundizar en su estudio con métodos y técnicas moleculares, así como su comparación multidisciplinaria, son clave para esclarecer el tipo y dinámica de las relaciones bioculturales entre las poblaciones de la sierra y costa del noreste de México.