La historia del fonógrafo en México, lejos de apreciarse solo como un acápite poco estudiado de la cultura, constituye una puerta de entrada privilegiada para entender cómo la puesta en práctica de una nueva tecnología capaz de preservar y reproducir los sonidos, redefinió las fronteras sensoriales, políticas y jurídicas de la sociedad porfiriana. Podemos comenzar señalando que las máquinas parlantes, tal como ha señalado Marshall Mcluhan, permitieron la recuperación del "mundo vocal, auditivo y mimético, oprimido por la palabra impresa". Uno de los desafíos de esta pesquisa consistirá en desentrañar las relaciones de los artefactos sonoros con otros medios de comunicación de la época, tales como la linterna mágica, el cinematógrafo, el teatro y, especialmente, el correo. Nótese en esta dirección que el propio gobierno porfiriano firmó un convenio con Thomas Edison para que este servicio funcionara con cilindros fonográficos. Los remitentes debían ir a las oficinas del correo y grabar sus mensajes, una iniciativa que intentaba anular las barreras comunicativas impuestas por los altos índices de analfabetismo. No menos importante será analizar las relaciones de las máquinas sonoras con la cultura impresa, poniendo énfasis en dos medios. Por una parte, estudiaremos la prensa periódica en tanto asidua promotora de las aplicaciones de los fonógrafos en los campos de la medicina y la jurisprudencia; por otra, analizaremos los impresos de cordel, sobre todo aquellos producidos por la editorial Vanegas Arroyo, ya que, no pocas veces, las piezas grabadas por compañías como Columbia Record y Victor Talking Machine coincidieron con las composiciones emanadas del taller ubicado en la calle Penitenciaría. De forma paralela, los fonógrafos reconfiguraron los mecanismos de diálogo entre las clases sociales, dejando al descubierto una historia extraordinaria de los usos subalternos de la tecnología. Mientras las elites implementaron nuevas formas de censura, exportaron sus ideas y valores musicales hacia el público nacional y legislaron para controlar el mundo sonoro, los sectores populares encontraron en el invento edisoniano una plataforma para hacer perdurar la diversidad de sus voces y escucharse como parte de una cultura nacional.